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Pitufo: «El escenario es mi lugar en el mundo»

El «privilegio»de volver a recorrer los barrios y festejar sus cincuenta años de vida fueron dos de las motiviaciones principales de Eduardo «Pitufo» Lombardo para regresar al Carnaval. Lo hará junto a Don Timoteo, un título con el que simpatiza desde hace tiempo. Ese punto y el desafío artístico de reaparecer, tras diez años, fueron el eje de la entrevista con Calle Febrero.

Foto: Jimena del Río Ocampo

Su regreso al Carnaval, tras diez años de ausencia, ha generado una singular expectativa, pese a que el artista busca bajar los decibeles y mantener bajo un perfil que el entorno y el contexto se encargan de subrayar a cada instante.
Esa batalla -la del artista que busca abrir una nueva etapa liviano de equipaje- parece ser un viaje intenso y alucinante, si se toma en cuenta que en Don Timoteo tendrá a dos de sus socios artísticos de siempre: Marcel Keoroglián y Pablo «Pinocho» Routin.
Además, porque el escenario es su lugar en el mundo, tal como reconoció Eduardo «Pitufo» Lombardo en la entrevista central de Calle Febrero.
Pero la charla trascendió las fronteras del carnaval y pasó por la familia, la música y sus anécdotas.
Sobre el primer punto recordó a su padre por permitirle el estudio de la música. También destacó las conexiones de sus hijos con la música.
«Joaquín es un fanático de Los Beatles», dijo, mientras que Paula, su hija, es admiradora de Alfredo Zitarrosa.
Sin embargo, el espectro fue mucho más amplio cuando respondió sobre los artistas que se escuchan en su casa.
Allí están Eduardo Mateo, Jaime Roos, Ruben Rada, Fernando Mateo, Fernando Cabrera y otra vez Zitarrosa, todos exponentes de la música uruguaya contemporánea.
Entre los tangueros, otro de sus géneros de cabecera, Pitufo mencionó a Carlos Gardel y Julio Sosa
También hay espacios para Sting o Police, dentro de una lista que parece interminable.
Pero sus gustos personales corren por una senda, mientras que la música que se selecciona para un repertorio murguero corre por otra. Para este último caso, es necesario sacarse los prejuicios, valoró el artista.
Respecto de su regresó al Carnaval, Pitufo dijo que una de sus motivaciones fue festejar su cumpleaños número cincuenta todos los días, además de las ganas de volver a la fiesta, en la que va a «tener el privilegio de recorrer los barrio de Montevideo», expresó.
TRAYECTORIA – Los primeros recuerdos de Pitufo con las murgas se remontan a principios de los setenta.
En esos años estaba más candente que nunca la rivalidad entre Los Patos Cabreros y La Soberana; La Milonga Nacional, Asaltantes con Patente y Don Timoteo sorprendían con destellos, así como La Gran Clásica del 78 y 79, entre otras que pautaron esa época y aún permanecen en su memoria.
Pero el artista debió esperar hasta 1985 para salir en carnaval.
Ese año fue convocado por Falta y Resto para tocar los platillos, función que cumplió durante tres temporadas, hasta 1987.
Fue también en Falta y Resto donde debutó como director escénico, en 1988.
Ese año, la murga de Raúl Castro y Hugo «Piruja» Brocos obtuvo por primera vez el máximo premio de la categoría, con la presentación dedicada a Mariana Zaffaroni, los cuplés «El Poder» y «La Gente» y la retirada a Bartolomé Hidalgo.
Un año más tarde repetirían el primer premio con uno de los mayores momentos de la historia murguera: el cuplé de «Pepe Revolución», punto máximo de un espectáculo que contenía una presentación sobre la voluntad de la Corte Electoral de anular las firmas que pugnaban por el referéndum derogatorio de la Ley de Caducidad, el cuplé del Circo Electoral y la retirada a las madres.
En 1991, Pitufo regresó a Sayago.
Allí lo esperaba la esencia del Firulete, la murga de niños que integró en su adolescencia.
Devenida en Contrafarsa, aquella murga infantil ya estaba pronta para lanzarse a las primeras planas de una década de fuerte transformación en carnaval, tanto en los discursos como en el plano musical.
Con Contrafarsa obtuvo los primeros premios de 1991, 1998, 2000 y 2002.
Sin embargo, una fractura del grupo abrió un paréntesis de 1994 a 1997, instancia en la que el artista -convertido ya en una figura prestigiosa del carnaval y la música uruguaya- pasó a La Gran Muñeca.
En esa murga también imprimió su estilo, con los arreglos de dos despedidas muy recordadas: La Radio (1995) y El Camión 1996.
Con esta última obtuvo un primer premio.
Su regreso a Contrafarsa (1998) se dio en un momento clave.
Es que el fin de siglo estuvo marcado por el tándem entre la murga de Sayago y Los Diablos Verdes, la máxima expresión de La Teja de ese entonces.
La música de The Beatles, «una enciclopedia de música», según definió el artista, era la marca del orillo en la amplia galería sonora de Pitufo.
Algunos temas de la banda liderada por John Lennon -como Because o Elannor Rigby- fueron el clímax de El tren de los sueños (2000).
En 2002, con el espectáculo «El cine de barrio», Pitufo fue elegido como la figura máxima de carnaval.
El año siguiente, 2003, también estuvo presente en el grupo sayaguense -la murga realizó los cuplés de Juan el kioskero y El presidente- cuyos textos reflejaron la dramática situación del país, tras la devastadora crisis que sacudió al Uruguay, meses antes.
Ese año cerró la serie exitosa de Contrafarsa, aunque la murga participó hasta 2006. De esos años restantes, Pitufo solo estuvo en 2005.
En 2004 dirigió a La Matinée, integrada por murguistas históricos.
Pero mientras la puerta del carnaval comenzaba a cerrarse transitoriamente, comenzaron a abrirse otras aventuras.
Es que casi en simultáneo con su último en carnaval -el 2007, que le valió otro primer premio con Asaltantes con Patente- nacía Murga Madre, una obra de teatro musical que resumía, desde lo histórico y emotivo, nada menos que la identidad de uno de los géneros más sobresalientes de la cultura uruguaya.
También nacía una carrera personal como cantante y compositor, acaso la senda que le ha permitido cumplir su máximo anhelo: perdurar

Escuche la entrevista con Eduardo «Pitufo» Lombardo (26/06/2016)