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Zíngaros va por Hugo «Cheché» Santos, recientemente declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo

Lo anunció a Calle Febrero el director responsable de Zíngaros, Ariel «Pinocho» Sosa, en la edicón del domingo de Calle Febrero.

Por Guzmán Ramos

Ariel «Pinocho» Sosa convocó al cantante candombero Hugo «Cheché» Santos para integrar el plantel de Zíngaros en la próxima temporada, según anunció a Calle Febrero en la noche del domingo 23 de octubre.
El grupo realizará la parodia «Kanela», en la que el histórico componente de comparsas tendrá un destaque especial si finalmente se conctreta su incorporación.
«Tengo pensado algo hermoso para Cheché», dijo Pinocho, tras contar que ya mantuvieron las primeras reuniones.
Zíngaros tiene prevista una gira por España a partir del próximo martes 24 y hasta fin de mes, en la que realizarán actuaciones en Barcelona.
A su regreso, el director de los parodistas gitanos mantendrá reuniones con el director de Yambo Kenia, Carlos Larraura, a los efectos de continuar las gestiones por Cheché, recientemente propuesto para ser declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo por la comuna, en reconocimiento a su trayectoria.
Cheché tiene una dilatada carrera como músico, principalmente en Uruguay y Argentina, desde principios de los años sesenta y fue premiado varias veces como Figura de Lubolos.

«TODA LA VIDA JUNTO AL TAMBOR»
Repase el siguiente recuerdo de Cheché Santos (entrevista del 26/8/2016 en Calle Febrero)

“Yo soy un producto del carnaval y he vivido toda la vida al son del tambor, que es lo que me gusta y me hace feliz. Mi recuerdo es del año 1963, cuando se creó Negrocán, un boliche que funcionaba donde hoy es la Casa de Andalucía, bajo la dirección de Ruben Gallosa y con el auspicio de la Intendencia de aquel entonces.
Negrocán fue el comienzo de una etapa hermosa para los que hacíamos candombe. Había grandes figuras como Hipólito Albín o Carmen Abella y otras tantas personalidades importantes de la cultura, como Daniel Viglietti o Alfredo Zitarrosa.
Además de poder expresarnos y compartir horas y horas, Negrocán era una especie de emblema de los sesenta, dentro de una época de muchísima creación.
Recuerdo que los candomberos andábamos de consulado en consulado aprendiendo la fonética africana, porque para cantar, no podíamos equivocarnos.
Con el paso de los años, como todo lo bueno, ese espacio fue decayendo. Los militares lo cerraron años más tarde, porque era un lugar peligroso: había mucha gente pensante”.