El director de Sociedad Anónima afirma que Los Gauchos Patones tienen vida para rato. En la entrevista central de Calle Febrero explicó que la alegría es el motor principal del grupo y que sus experiencias como maestro en una escuela rural tienen mucho que ver con el estilo de humor que despliegan.
Foto: Jimena del Río Ocampo.
Desde el fondo de los tiempos la categoría de humoristas ha estado pautada por las rachas.
Es así que los títulos más importantes de nuestra máxima fiesta popular han tenido su momento de gloria, pero, a la vez, esa corriente positiva se ha diluido en algún momento.
Sin embargo, hay dos excepciones a la regla: La Escuelita del Crimen -que estuvo presente durante cincuenta años- y Sociedad Anónima, que ganó doce primeros premios, desde 2001, convirtiéndose en el más laureado del género.
Pareciera, pues, que la clave está en buscar una fórmula que escape a la erosión natural que genera paso de los años, algo que Carlos Barceló tiene muy presente a la hora de armar un nuevo espectáculo.
En tal sentido, el artista dijo a Calle Febrero que la vigencia del grupo -y en especial de los Gauchos Patones, su sketch de cabecera- surgen siempre de la «necesidad de decir» de sus creativos.
Por eso, «siempre hay un motor» que trasciende la búsqueda del humor en sí mismo, añadió, indicando así que ese doble juego funciona como un estímulo trascendental para la permanencia.
Pero también está claro que la risa es el componente central de la categoría, de modo que no sería posible alcanzar tantos éxitos sin una fuerte apuesta en esa área.
Sobre ese punto, el responsable de Sociedad Anónima expresó que es posible repetirse, aunque advirtió se ha cambiado tanto la fórmula de interpretar a los emblemáticos personajes de Cerro Ñato que el fenómeno de la reiteración no tiene mayor influencia en el resultado final.
«La repetición está en la cabeza del mundo del carnaval; tiene más que ver con el marketing que con la realidad», señaló.
Barceló dijo en la entrevista que la pasión puesta en el humor también es determinante en la interna del grupo.
«Nos divertimos con lo que hacemos: canciones, humoradas, personajes; estamos esperando esos momentos clave», añadió el artista, cuya agrupación realiza alrededor de 300 actuaciones por año, en los distintos escenarios del país.
Sobre ese punto, expresó que el escenario que más le cuesta a Sociedad Anónima es el Teatro de Verano «Ramón Collazo», en especial la platea baja.
Atribuyó esa circunstancia a las energías del micro mundo del carnaval, un ámbito en el que algunos espectadores tienen preferencias solapadas.
Carlos Barceló contó tambien su experiencia como maestro rural, actividad que desempeñó hasta hace algunos años, cuando decidió dedicarse full time a su conjunto.
Tal experiencia fue moldeando su aguda mirada sobre ese universo tan sacrificado, tanto para los niños como para los padres.
Barceló dijo que Los Gauchos Patones, personajes que interpretan con ternura y sabiduría la realidad de muchos habitantes del interior, son, en algún sentido, hijos de su experiencia como docente.