Jugó en Nacional, Liverpool y Villa Teresa, aunque la mayor oportunidad deportiva podrá llegar en un importante equipo norteamericano, en la segunda mitad del 2016. Afirma que la distancia no lo separará de Aristophanes, el grupo donde cosechó los principales amigos de la vida.
Por Guzmán Ramos y Fabián Cardozo
Para muchos uruguayos, el fútbol y el carnaval son dos pasiones difíciles de separar. Ambas requieren destrezas físicas y técnicas con el cuerpo, aunque una con una pelota en un campo de juego y la otra sobre un escenario.
En el caso de Winston Gorgal, actor de Aristophanes desde hace cuatro temporadas, ambas disciplinas van de la mano desde su infancia, aunque una particular propuesta lo obligará a tomar una licencia en la actuación para emprender un camino que lo puede depositar en la Major League Soccer, la ascendente liga profesional de Estados Unidos.
Para ello, las valijas ya están prontas.
Viajará al país del norte a mediados de agosto, a Houston, la ciudad más poblada del sureño estado de Texas, una tierra de haciendas y vaqueros, según ha mostrado la industria cinematográfica de ese país.
«Es complicado dejar acá a a la familia y a mi novia, con la hace casi cuatro años estamos juntos», dijo Winston a Calle Febrero.
Sin embargo, ellos son el «pilar fundamental» de esta historia y quienes alimentan la ilusión de triunfar en una travesía que lo llevará de una punta a la otra del continente.
FUTBOLISTA – En el imaginario uruguayo, el futbolista es visto como un deportista siempre reconocido y triunfante.
Pero detrás de ese espejismo se esconden un sinfín de historias cuyos relatos muestran que el denominador común son la perseverancia y el sacrificio. La de Winston es un ejemplo de esta segunda opción.
A sus 23 años, su trayectoria es relativamente corta y toda en divisiones inferiores.
Arrancó en el fútbol infantil, en Juventud de Las Piedras, donde estuvo tres años. De allí pasó a Nacional, para jugar en las divisiones Séptima, Sexta y Quinta, junto a entrenadores de renombre como Tony Gómez, Juan Jacinto Rodríguez, Santiago Espasandín y Omar Hernández, entre otros.
«Ellos me marcaron como futbolista y como persona, enseñándome casi todo lo que sé», dijo Winston, tras recordar también sus pasaje por la academia boliviana Tahuichi Aguilera, una de las más prestigiosas instituciones de formativas en Sudamérica.
Pero llegó una etapa en la que el zurdo lateral y volante tricolor decidió cambiar de camiseta.
«Jugaba poco y me fui a Liverpool, donde hice el segundo año de Quinta», repasó Winston. En ese momento, una transitoria enfermedad le quitó continuidad y quedó libre.
De ahí pasó a Villa Teresa, donde tuvo pocas oportunidades. Fue a entrenar con el equipo de la Mutual, pero no pudo conseguir equipo.
Por esa circunstancia decidió jugar en una liga amateur, aunque la oportunidad de viajar a Estados Unidos lo llevó a entrenarse nuevamente con la Mutual, con el objetivo de ponerse a punto.
EL VIAJE – «La idea de viajar surgió medio de rebote», contó el integrante de Aristophanes, quien también tiene cinco temporadas en el carnaval de las Promesas.
Como en todas las historias de uruguayos en el exterior, la suerte también jugó su papel, ya que sus familiares en Estados Unidos lo contactaron con un promotor, a quien Winston envió videos y currículum.
De ahí en más los acontecimientos comenzaron a precipitarse y las puertas quedaron abiertas para demostrar el talento en los principales equipos.
El primer paso será el equipo universitario, una vidriera enorme en el engranaje futbolero norteamericano.
El paso que sigue es el Dynamo de Houston, el equipo estatal, que participa en la conferencia Este.
«Llegar y jugar en el equipo sería algo increíble y quiero ir paso a paso, tomando las decisiones correctas y caminando seguro», puntualizó el actor de Aristophanes, quien antes de partir sabe que se enfrentará a un juego más rápido, por lo que sus baterías están enfocadas en la adaptación al nuevo estilo.
«Lo que más quiero es llegar y jugar en el Dynamo, pero la realidad no es algo tan fácil como decirlo. Las expectativas están puestas y el enfoque es totalmente positivo para que salga lo mejor y pueda hacer una de las cosas que más me gustan y me permita vivir de eso», expresó Winston.
DISTANCIA – Montevideo y Houston están separados por 8.300 kilómetos.
Sin embargo, esas distancias pueden borrarse de un plumazo, al menos en el plano virtual, para poder seguir estando bien cerca a los afectos.
La que sí quedará trunca es su permanencia en las diversas producciones del Grupo Texas, al que pertenece Aristophanes.
De ellos se llevará un montón de recuerdos y afectos.
«(En el Grupo Texas) están unos de los mejores años de mi corta vida y la mayor parte de los amigos de la vida están ahí», dijo Winston, recordando los múltiples retiros, charlas y anécdotas compartidas.
«Me siento integrante del grupo y voy a seguir siendo parte, más allá de la distancia», añadió, dejando un recuerdo especial a Martín Perrone, que fue quien lo arrimó «casi sin conocerlo».