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La de Acridu, el grupo que ganó el Encuentro de Murga Joven portando los reclamos y urgencias de los discapacitados

El proyecto pertenece a la institución llamada Acción Coordinadora y Reivinidicadora del Impedido del Uruguay (Acridu) desde hace más de una década. La mayoría de los componentes tienen distintas discapacidades, tanto intelectuales como motrices. El jurado la premió como una de las cinco mejores propuestas del año.

Por Guzmán Ramos
(@ramosguzman)

Los nuevos modos de expresión surgidos en ámbitos que pelean por la inclusión buscan designar ciertos acontecimientos de un modo menos tajante y frontal.
Así, el lenguaje, como construcción social dinámica y propia de cada momento histórico, se nutre de un aspecto ideológico central: poner en un plano de igualdad a quien, en el fondo, está en una situación de debilidad ante los principales desafíos que plantea el día a día.
Se habla, por ejemplo, de capacidades diferentes para referirse a quienes tienen determinados impedimentos, tanto intelectuales como físicos o del tipo que el lector prefiera imaginar.
Sin embargo, todo depende del punto de vista del que narre.
En el caso de La de Acridu, una murga conformada casi íntegramente por jóvenes con distintas discapacidades, los reclamos y urgencias propias de ese «universo» -como expresa su director y referente, Juan Madera- están por encima de la terminología que se emplee.
Es por eso que no usan eufemismos.
Hablan abiertamente de discapacidad y de lo que ello conlleva en su espectáculo denominado «La murga subterránea», cuyo nombre ya plantea un primer paralelismo: confrontar el mundo invisible, subterráneo y olvidado en el que habitan los murguistas, con el mundo terrenal, en el que convive la sociedad, bajo los parámetros de la cultura hegemónica y la -más que nunca- relativa «normalidad».
La critica del espectáculo es profunda y aguda.
Es que en ella se describen todos los avatares del desamparo: desde la dificultad de acceder al mercado laboral, al sistema educativo o a una certificación que permita obtener una ayuda que alivie el camino cuesta arriba.
Lejos de proponer un mensaje sombrío, un personaje -Sebita- juega a salir de ese mundo.
Logra colgarse su morral y cruzar la frontera, aunque ello implique zambullirse en un destino incierto, inesperado.
Los demás murguistas quedan en su mundo. Celebran la partida de su amigo, pero no olvidan su pertenencia al mundo subterráneo, conformando así una mezcla peculiar: una antítesis entre el dulzor de la felicidad por la superación y la amargura de la desesperanza, de la que no se desprenden nunca.

PROYECTO
La murga La de Acridu existe hace 13 años, aunque su participación en el Encuentro de Murga Joven es reciente: del 2013.
En sus orígenes el proyecto estuvo a cargo de José Luis Rodríguez, un reconocido componente de carnaval, que dio paso a Juan Madera, su actual director, coordinador y referente artístico
Juan ingresó a Acridu como profesor de dibujo, pero, al tiempo, las autoridades de la institución le encomendaron la dirección de la murga, que en este 2016 obtuvo uno de las cinco menciones al espectáculo.
El jurado integrado por Ana Laura de Brito, Nicolás Grandal y Federico Alberti también premió sus textos, cuplé, personaje, director, ambientación, solista (Díver Martínez) y canción final, así como la incorporación del lenguaje de señas que acompaña todo el relato.
La sucesión de menciones -fue la más premiada- es el indicador más evidente de no hubo en este fallo una mirada complaciente ni una intención políticamente correcta.

APRENDIZAJE
El Encuentro de Murga Joven no posee un canon que establezca cómo deben ser la propuestas.
Ello permite que los artistas se enfoquen en el valor argumental y contenidos de los repertorios., sin importar tanto la técnica.
Ese punto -la libertad para crear- permitió la obtención de la mención al espectáculo, pero también «recorrer un camino de mutuo aprendizaje», dijo Juan Madera.
«Nosotros vemos de antemano qué podemos hacer bien y cuáles no son nuestros fuertes», añadió.
El coro, por ejemplo, no es un punto fuerte, reconoce.
Esa circunstancia determina que todas las baterías estén puestas en el texto y la puesta en escena, sostiene Juan.
El aprendizaje supone también conocer qué pueden desarrollar los nuevos integrantes, teniendo en cuenta que todos los años llegan componentes nuevos, mientras otros cumplen su ciclo y dejan la murga.
«Armar el espectáculo depende un poco de ese aprendizaje», añade, y aclara que ni bien termina un Encuentro, ya comienza a idearse el siguiente.
Su objetivo inicial era pasar a la instancia final del Teatro de Verano, donde actúan las 20 finalistas, sobre un total de más 50 participantes.
Y si bien la meta trazada por Juan se superó con éxito, los tiempos corren para preparar el regreso, donde los jóvenes de La de Acridu tengan al arte como camino para expresar sus reclamos y tratar de mitigar los padecimientos de ese mundo subterráneo.

LA DE ACRIDU | ESPECTÁCULO: «La murga subterránea»
Con textos de La de Acridu, arreglos corales, dirección escénica y puesta en escena de Juan Madera y vestuario de Tita Carrosio, Alejandra Icate y Juan Madera. Coro: Pablo Santos, Camila Macedo, Mario Cammarano, Martín Correa, Vanessa Diprietro, Valeria de Cuadro, Martín dos Santos, Liliana Stolovich, Elisa Iribarnegaray, Sebastián Olivera, Serrana Debali, Daniel Ghigliazza, Adriana Correa, Jonathan González, Alicia Alves, Daniel Pucciarelli, Leticia Rijo, Xavier Enseñat, Patricia Consonni, Valeria Barrios, Yenny García, Lucía Monteriño, Gonzalo Riso, Díver Martínez, Juan Andrés Madera, Andrés Barrios, Stefani Acosta, Tatiana Irigoyen, Agustín Sauane, Mary Ogando y Natalia Greia.