El nuevo director de puesta en escena de Cayó la Cabra sostiene que los textos y el «lugar» elegido para relatar el espectáculo son los fundamentos que explican el fuerte vínculo de la murga con los espectadores.
Foto: Jimena del Río Ocampo
Alberto “Coco” Rivero asume este 2017 un nuevo desafío: dirigir la puesta en escena de Cayó la Cabra, una murga con códigos un tanto distintos a los de los grupos que con los que trabaja desde hace casi 20 años.
Pero salir del camino más clásico y “entrar en diálogo” con nuevas estéticas y modos de narrar, lejos de ser una dificultad, representa un camino de aventura para el artista, que se reconoce “joven” y en sintonía con los recursos expresivos que utiliza la nueva generación.
“Es fundamental y copado abrirse a cosas diferentes”, expresó.
Pese a que el vínculo apenas lleva unos meses, Coco dijo a Calle Febrero que se siente “como si hiciera años que trabajan juntos” con el elenco que integran Lucas Pintos, Maxi Tuala, Camilo Fernández y Emiliano Belmudes, entre otros.
Y si bien todo espectáculo tiene aristas que responden a una faceta técnica específica, el espíritu colectivo de Las Cabras determina que exista “un permanente diálogo” entre las partes, en la búsqueda de aquello que se pueda ir transformando con el paso de los ensayos.
“Se trata de encontrar un diálogo e ir conociéndose en ese camino”, añade el artista, marcando de algún modo la brecha generacional que existe entre él y el elenco al momento de la creación.
Sin embargo, esa distancia que a los ojos de cualquier espectador resulta evidente, en la práctica funciona solo para la estadística.
Es que el nuevo director de escena de la murga que ensaya entre Las Duranas y el Boston River admite “sentirse joven”, como resultado de su permanente vínculo con la juventud, tanto en el ámbito académico como en el teatral.
“Conozco más lo que le pasa a los jóvenes que a la gente de mi generación”, enfatiza, y añade que esa circunstancia fue la que más lo atrajo al proyecto.
«BARATO»
El repertorio que prepara Cayó la Cabra se denomina “Barato” e indagará sobre los lenguajes del barrio, satirizando cómo aquellas expresiones que nacen en lo más profundo de la sociedad comienzan a permear distintas capas y se transforman en la jerga cotidiana con el paso de los años.
A partir de esa definición abstracta y amplia, sus libretistas dispararán con munición gruesa en el plano humorístico, que es la marca en el orillo del grupo.
Ese punto, basado en una fórmula que parte de una lúcida lectura de los distintos universos y micro mundos de la actualidad, es la clave que detecta Coco como la virtud esencial del elenco.
“No me preocupa adaptar la puesta en escena a tal o cual concepto prefijado, ya que Cayó la Cabra tiene un estilo muy definido (y su mayor fortaleza) es el lugar que elije para narrar”, explicó el artista.
Añadió que ese modo de comunicar es el que “permite un linkeo rápido con los espectadores”.
Y aún en el marco de ciertas transformaciones, como la llegada de un nuevo arreglador coral (Pablo Porciúncula) y voces como las de Pedro Risso y Maximiliano Méndez, la apuesta mayor estará en mantener fuerte el vínculo con la platea.
“El objetivo artístico es transformar cada tablado en una fiesta”, destacó el novel puestista de Las Cabras, aunque consideró que los aportes de los nuevos artistas permitirán una “evolución natural” en un aspecto importante como el canto.