El artista de Los Patos Cabreros dijo a Calle Febrero que la segunda rueda fue mucho sólida que la anterior y contó una particular anécdota, protagonizada junto a una de las hijas de Pepino.
Foto: Po Colectivo Productor
(Maicor Borges y Fernando Vidal)
Diego Bello regresó este año al carnaval, junto con la murga Los Patos Cabreros, grupo que este año presentó el espectáculo denominado “El tobogán de la vida”, con los arreglos corales de Rafael Antognazza y los textos de Antognazza, Eduardo Rigaud y el propio Bello.
En conversación con Calle Febrero al cierre de la actuación, el artista dijo que la función de la segunda rueda fue “divina” y generó “placer”.
Añadió que en la primera rueda hubo problemas de audio que generaron distracción y motivaron al grupo a estar pendientes de ese hecho.
“Nos quitó disfrute, pero ahora logramos mejorar ese tema”, puntualizó el artista de Los Patos Cabreros y añadió que el grupo ahora espera su pase a la liguilla “para ir por más”.
Como de costumbre, el comediante jugó todas sus baterías al humor y los resultados fueron al máximo nivel.
“El ida y vuelta con el público es una maravilla: a veces me cuesta razonarlo y paso por muchos estados haciendo las cosas en el escenario, donde también me pongo nervioso, aunque a la larga puedo focalizarme”, dijo Diego.
El artista también analizó el repertorio de la murga del mítico Pepino.
Consultado sobre el camino elegido, Diego dijo son una murga con tradición, de modo que se eligió un popurrí potente, con un cuplé como “Los Cincuentones”, que tiene una mirada más tradicional.
“Somos una murga que tiene 100 años de respaldo; por eso tenemos que hablar desde ese lugar”, señaló el referente del grupo, explicando que esa circunstancia permite desplegar un “amplio momento de crítica y palo”, puntualizó.
ANÉCDOTA
Diego contó también que al finalizar la actuación tuvo una conversación con una de las hijas de Pepino, el líder histórico de la murga fundada en 1910.
“Fue un momento muy emocionante, porque su padre fue el autor de la música de la bajada del año 1946”, con la que Los Patos Cabreros finalizan la actuación de este año.
“Seguramente ella era una niña cuando su padre interpretó esa música”, añadió Diego, en referencia al momento culminante, que, a su juicio representó “un mimo y placer único”, que además sirvió para evocar a las murgas de antes.