Fue uno de los máximos refrentes de la murga de Sayago, que está ausente desde hace más de una década, pero cuyo legado permanece vigente en varias generaciones. En la entrevista central de Calle Febrero, el artsta repasó los orígenes y trayectos que posicionaron al grupo como uno de los principales referentes, al tiempo que dejó una mirada sobre el Uruguay, su política, cultura y debates contemporáneos.
Entrevistan: Guzmán Ramos, Fabián Cardozo, Gonzalo Botta y Nando Rodríguez.
Cuando el 10 de agosto de 1980 un grupo de niños se juntó a cantar en el salón comunal de la Cooperativa de Viviendas Mesa 3, en Garzón y Propios, ninguno de los protagonistas imaginó que esa función sería el punto de partida de un camino artístico que los mantendría unidos durante casi cuatro décadas.
Se presentaron en sociedad como Firulete y mantuvieron ese nombre durante siete años, para pasar a llamarse Contrafarsa y debutar así en el carnaval mayor, ubicándose en un punto ideológico intermedio entre las dos fuerzas estéticas más importantes de aquellos años, La Teja y La Unión, evocó en la entrevista central de Calle Febrero el director responsable y referente del grupo sayaguense, Gabriel Melgarejo.
Convertida en una de las murgas de mayor renombre casi desde su nacimiento, Contrafarsa enfocó su discurso en el ser humano, a través de sus temáticas desarrolladas en presentaciones, despedidas y cuplés.
Fue así que, apoyada en la columna vertebral que conjugó sus textos con música y arreglos cautivantes, la murga obtuvo los primeros premios de 1991, 1998, 2000 y 2002, conectando fuertemente con una generación juvenil y punzante, que fue, además, la abanderada de ciertas transformaciones que llegaron al Uruguay del principios de siglo, inspirada en la rebeldía, necesidad de superación y voluntad por construir un nuevo país, una marca en el orillo de todos aquellos que crecieron y forjaron su sensibilidad resistiendo los años amargos de la dictadura.
Sin embargo, y a pesar de estar en plena ebullición, la murga de Sayago se esfumó del mapa de un modo contundente e inexplicable, tras el carnaval de 2006. Tan radical fue su salida de escena que que ni siquiera el profundo sentido nostálgico -tan característico de los uruguayos- pudo poner la marcha atrás.
Pero las puertas no están cerradas definitivamente para Gabriel, quien aseveró que Contrafarsa volverá en algún momento.
“Estoy convencido, aunque eso depende de que algunos astros estén alineados”, sostuvo el director del grupo, tras añadir que la camada de murguistas integrada por los hijos de varios componentes de todas las épocas está pronta para salir a la cancha, si el proyecto así lo requiere.
Gabriel contó que en el correr de los últimos años hubo varios amagues que buscaron el regreso y que en algún caso “se estuvo muy cerca”, aunque nunca pudo concretarse.
Explicó que ello no fue posible porque siempre hubo posiciones divergentes entre quienes buscaban reaparecer y “otros compañeros que estaban muy cerrados (por la negativa)”, puntualizó.
Y aunque el retorno no tiene fecha, el artista sabe que el público seguidor de Contrafarsa hace cargar a los artistas con una “mochila y presión importante”, propugnando un regreso que podrá concretarse siempre que se articulen algunas condiciones indispensables: “madurez, energía y estabilidad emocional” que permitan “no traicionar a la gente ni prostituir el hecho artístico”, así como también la viabilidad de ciertos “aspectos económicos”, en un carnaval que, desde la óptica de Gabriel, aplica una ecuación preocupante
“CAMISETERO”
Historia, política, deportes, amigos y familia son sus grandes pasiones, según reconoció en la entrevista.
Fue un estrechísimo colaborador del máximo dirigente sindical de la historia uruguaya, José “Pepe” D´Elía, con quien compartió largas horas, desde su función en el Pit-Cnt.
Al histórico dirigente lo recuerda como un “prohombre” cuyos valores deberían estar más presentes en el Uruguay de hoy, sostiene el artista.
Pero uno de sus mayores retos profesionales estuvo al lado del entonces ministro de Economía y Finanzas, Álvaro García, socio creativo en la murga y compañero del Partido Socialista, cuando este fue designado por el presidente Tabaré Vázquez para ocupar el sillón de la calle Colonia, en setiembre del 2008.
Al momento de asumir, Álvaro le confió la necesidad de contar con un consejero político “que le banque la cabeza”, en momentos en que estalló la crisis que hundió la economía mundial en un abrir y cerrar de ojos, amenazando las transformaciones que venía diseñando el novel gobierno del Frente Amplio.
El juicio sobre Álvaro, a quien define como un “hermano de la vida”, se nutre de precisamente de las dos aristas que los unieron en todos estos años: la “profundidad” artística expresada en los textos, más la gestión política, a la que según Gabriel, le quedan páginas de alto nivel por escribirse.
“En este mundo de comunicación, tecnología y consumo, donde cambiamos la visión del bosque por la del árbol y descuidamos condiciones para vivir en sociedad, creo que Álvaro es un cable a tierra”, enfatiza.
Y añade: “Sus textos describen una faceta de futuro”, una afirmación que más que un juicio artístico suena a opinión de tipo electoral.
La política también está presente al momento de elegir un disco de cabecera.
Opta por “Mundo”, de Ruben Blades, un artista cuya obra también expresa el sentir de buena parte de la sensibilidad transgresora y contestataria de los pueblos de América Latina.
Del mismo modo está presente en el realismo mágico del prolífico Gabriel García Márquez, cuya novela “Cien años de soledad” -el libro de cabecera del murgusta- narra el desarrollo político, social y familiar de un pueblo.
Y, desde otra perspectiva, la política se reinventa en las intrigas del poder mafioso que Al Pacino, Marlon Brando y Robert de Niro llevan adelante con la familia Corleone, en la trilogía de “El Padrino”, expresa al artista, cuando Calle Febrero le pide que recomiende una película.
Nacional es otra pasión fuerte, indiscutible.
También Aguada, el club del cual es hincha desde su infancia, u Olimpia, la institución que ha sido pilar en la formación de sus hijos, reconoce.
LA CRÍTICA
Por distintos caminos, el carnaval está presente permanentemente en su familia.
Sus cuatro hijos, Martín (1993), Rodrigo (1995), Agustina (1998) y Gonzalo (2001) participaron o están activos en la máxima fiesta popular.
El primero fue ex integrante de La Cofradía, Momolandia, Don Timoteo y ahora Saltimbanquis.
El segundo estuvo en La Cofradía, mientras que los dos últimos participan en La Zafada, que a su vez, fue la cuna de los cuatro.
Del mismo modo, Carlos, su hermano, fue fundador de Firulete y Contrafarsa, cuyo timbre de voz es, como si esta historia se tratara de una gran carambola a cuatro bandas, la voz típica del barrio originario.
Es por eso que la posibilidad del regreso de Contrafarsa no puede estar ausente en cada asado o reunión de amigos, así como el diagnóstico del carnaval actual y sus lenguajes.
Sobre este punto, Gabriel afirma que la murga, como genero, debe criticar, aunque advirtió sobre “las formas” a emplearse.
“No voy a dar nombres pero hay murgas que cambian su posicionamiento (político) de un año a otro”, puntualizó el referente de del desaparecido título de Sayago, tras valorar que existen algunas que “lo hacen constructivamente”, en oposicion a otras que la abordan “con mala leche”.