Los siguientes comentarios fueron emitidos por los periodistas Guzmán Ramos, David Carlín y Sebastián Sánchez, en Calle Febrero, de Radiodifusión Nacional del Uruguay, una vez finalizada la etapa del domingo 4 de febrero.
Foto: Po Colectivo Productor (Maicor Borges y Fernando Vidal)
Comentarios radiales de Supernova
Comentarios radiales de C1080
Comentarios radiales de Los Muchachos
Comentarios radiales de Cayó la Cabra
Comentarios de la etapa de Guzmán Ramos en El País
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La murga Cayó la Cabra realizó una excelente propuesta en su primera actuación del Concurso Oficial de Carnaval. Su trabajo denominado Las Aventuras del Escuadrón Rebelde propuso un sabroso e inteligente cóctel de humor, al que no le faltaron climas reflexivos y belleza poética, entre otras piezas de un puzzle superoriginal, donde las pequeñas historias fueron armando un gran relato sobre una temática central, de fondo, como la revolución y los cambios.
La construcción del humor en Cayó la Cabra se posa sobre dos pilares: una mirada sobre lo micro, donde las pequeñas historias y lo anecdótico operan como un disparador para jugar con lo impensado y salirse del renglón, en una fórmula ideal que utilizan Martín Mazella y Andrés Reyes para desestructurar un mundo ordenado, que es el que la risa de Cayó la Cabra busca corroer.
La segunda cualidad es la implicación y autorreferencialidad. Es que esas pequeñas historias descubiertas con una observación de microscopio son una caricatura de nosotros mismos, que describen nuestro lugar en el mundo, a través de las acciones cotidianas, nuestras torpezas e imperfecciones.
Se trata de un humor que no está despojado de una fuerte carga sensible que nos transforma en el objeto de burla, en lugar de hacerlo sobre el otro, con toda la implicación ideológica que ello representa.
El pulso del espectáculo de Cayó la Cabra es como la fuerza de una marea que avanza y retrocede: ataca con un humor a fondo, de acción rápida, pero retrocede rápido para abrir múltiples paréntesis en los cuales quedan marcadas sus huellas digitales y opiniones que, con el paso de los años, han ido cobrando vigor y densidad conceptual. Son mensajes propuestos con calidad, sutileza, suavidad y cuya trascendencia está en su fondo mismo, no en las formas presuntuosas, como tantas veces se ha visto en los malos paladares de la poética murguera.
Además, hay una riquísima armonía y coherencia entre la imagen, la musicalidad y la interpretación. Es que aún abordando un tema de fuerte espesor como las revoluciones y los cambios, la murga recrea un mundo mundo de personajes imaginarios y propios de la ficción, que involucran lo lúdico, la fantasía, lo ingenuo y la estética de los dibujos animados como una hábil forma de quitarle la pesada carga que implica dicho concepto en en el imaginario.
La revolución, por definición, es una temática humanista. Ese tono —el que analiza y describe al hombre en su más amplia dimensión posible— es el que va ganando terreno en el relato de este disparatado escuadrón de murguistas.
La historia comienza abordando generalidades en un notable popurrí que va instalando el clima del humor, con cuartetas muy efectivas. La rebelión de los jugadores de fútbol, su segundo bloque, reafirma la sensación de un libreto dispuesto a ir a gran velocidad y a pasar revista a la multiplicidad de temas que supieron tomar la posta a lo largo del año y que, en un país tremendamente futbolero, son de fácil identificación. Pero con el paso de los minutos la murga comienza a redoblar la apuesta, hasta hacer saltar la banca.
Es así que un divertidísimo cuplé sobre los amigos comienza a entremezclar otros lenguajes más sofisticados, como la ironía, que se va afinando en un remate sobre el amiguismo instalado en lo más profundo de una cultura uruguaya que, por generaciones, sacó chapa de su peor versión: la mal entendida viveza criolla.
Más tarde llegó el turno del cuplé sobre los manuales de educación sexual, que comenzó con un tono satírico y disparatado, pero que otra vez tuvo un quiebre brillante hacia el cauce poético, llamando a vivir la sexualidad libremente, con una cabeza abierta y, fundamentalmente, con alegría y amor, dos condimentos esenciales de la vida.
Y si a este sobresaliente espectáculo le faltara un broche de oro, con texturas sensibles y dulzor, llegaron una canción final y despedida del más alto nivel. En ambas, Cayó la Cabra habla de la necesidad de construir las revoluciones con la voz del otro, del barrio, con la murga y su potencia como herramienta e instrumentalidad imprescindibles.
En particular, la despedida, una pieza fantástica escrita por Álvaro García, sostiene que las revoluciones están escondidas en las pequeñas acciones.
Expresa que las revoluciones son necesarias y pertenecen a este tiempo.
Que hay que buscarlas, porque están a la vuelta de la esquina, en las pequeñas cosas. Que todavía son posibles, aún cuando el sistema hegemónico imponga sus lógicas y fórmulas que frenan el impulso de las novedades que desestabilizan y amenazan al statu quo. Y que, por sobre todas las cosas, apelan a cambiar el tono gris de la desesperanza, diseñando y construyendo nuevas utopías.