Esta es la crítica formulada por Guzmán Ramos en el diario El País luego de la actuación de la primera rueda.
Al cierre, Doña Bastarda ratificó lo hecho el pasado año, con su espectáculo “Un Mito Griego”, que fue consolidándose en escena hasta rematar con otra de las grandes despedidas de la temporada.
La excelencia de la propuesta se vio empañada por la quita de puntaje tras exceder el tiempo de actuación, un error que puede costale caro si, como parece, el grupo se ubica entre aquellas que finalmente estarán en la conversación. También tuvo importantes dificultades con la escenografía, aunque este rubro no puntúa en murgas.
La idea del planteo es un indicador de la audacia de sus máximos responsables
El resultado final, por su parte, denota conocimiento y talento para elaborar un show de alta calidad artística.
La inmensidad de la cultura griega obliga a los creativos del grupo a cortar grueso.
Sin embargo, ello no es impedimento para proponer paralelismos útiles y coherentes una vez que el discurso de la murga se posiciona en la actualidad.
Los mismos se basan en un reducido conjunto de íconos.
En primer lugar, la presentación propone una mirada generalista donde, por ejemplo, las alusiones a los dioses del Olimpo dan cuenta de la importancia de los relatos legendarios y del amplio abanico de personajes mitológicos, que son parte de la propia identidad y están presentes en todas expresiones de la Antigua Grecia.
De Aristóteles reviven la retórica, para satirizar sobre los usos del lenguaje, a través de un divertidísimo cuplé que actúan Imanol Sibes y Marcel Keoroglian, artistas representantes de dos generaciones antagónicas.
Tan antagónicas como los significados y códigos que se resignifican y mutan con el paso de los años, cambios que, disparatadamente, ven la luz en este contrapunto.
Del teatro griego eligen la comedia y la tragedia, que se lanzan por el túnel del tiempo de dos milenios y medio, hasta que aparecen transmutados en un ingenioso popurrí de crítica de actualidad.
Solo que, ahora, los personajes de las antiguas epopeyas son los políticos de nuestro continente, que desfilan en este repertorio exhibiendo su lista de torpezas, macanas y contradicciones.
De la política y las artes del discurso toman el paralelismo más evidente: las campañas.
Lo desarrollan con una fina ironía, donde un candidato, con aparente ingenuidad, presenta una batería de promesas para alcanzar un país de ensueños, aunque para lograrlo comience un endurecimiento de sus propuestas, en especial aquellas sobre la seguridad, donde adquieren relevancia las medidas más “duras”.
Doña Bastarda también se nutre de las pulsiones dionisíacas.
Allí presenta un cuplé sobre la sexualidad, en el que un singular y desopilante grupo de varones entra en acción para interactuar y desafiar, por medio de la risa, al conjunto de normas y comportamientos sobre los cuales está edificada nuestra sociedad.
Finalmente, de la filosofía toman la Alegoría de la Caverna, de Platón, para trazar una crítica a los medios de comunicación, cuyos contenidos, a juicio de la murga, son una metáfora de aquellas sombras que mantenían al hombre encadenado y prisionero de su desconocimiento.
La despedida, por su parte, es una deliciosa pieza sobre la democracia y sus valores, ejecutada con el componente emotivo que resulta de oírla en la voz de los hijos de la generación que luchó por su recuperación.