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Catusa Silva volverá a dirigir a Araca en escena, tras 26 años, en el espectáculo del Antel Arena

José María «Catusa» Silva volverá a pararse al frente de Araca la Cana, en el gran espectáculo de los 85 años, que tendrá lugar el próximo sábado 31 de enero, en el Antel Arena, junto con artistas de las últimas décadas.
Para ese evento, las entradas ya se encuentran a la venta en distintos puntos de venta y a través de Tickantel.
Según contó a Calle Febrero el prodictor del espectáculo, Ruben Yizmeyián, el histórico director del grupo tiene previstas distintas participaciones a lo largo del show, que entre otras figuras tendrá a Mónica Santos, Luis Alberto Carballo, Julio Pérez, Artigas Pérez y José Dorta entre otros, donde presentarán varios de los clásicos del grupo.
«Catusa está muy activo en la preparación del espectáculo, pero, además, subirá a dirigir a la murga», aseguró Ruben.
Catusa debutó en Araca la Cana en 1961 y a partir de 1969 se convirtió en su letrista.
Ese año, con la actuación de Comba Insúa representanto el cuplé del «Topo Gigio», La Bruta obtuvo por segunda vez el primer premio de la categoría.
El anterior había sido en 1948, mientras que el último fue en 1997, con la actuación de Carballo, encarndo a Figuretti.
Además de su principal letrista, Catusa fue su director hasta 1993, cuando abandonó los escenarios.

A continuación, Calla Febrero repasa dos anécdotas de Catusa Silva, correspondientes a los años de la dictadura militar, donde la murga fue perseguida y censurada. El relato integra el libro «Cien Veces Murga», de Guzmán Ramos y Fabián Cardozo.


«EL MIEDO»

José María Catusa Silva
Codirector responsable, director escénico y letrista histórico de Araca la Cana.

No creo en los valientes ni en los que tiran tiros: creo en la superación del miedo.
Tuve miedo en la dictadura, además más de veinte allanamientos e interrogatorios.
El 27 de junio de 1973 se disolvieron las instituciones, aunque el golpe fue mucho antes.
“¿Qué escribo?”, me pregunté de camino al carnaval de
1974, donde ya estaba instalada la Comisión de Control, con más de 21 censurantes de todos los ministerios, a la que, además,
habían puesto psicólogos, ya que los militares no entendían el lunfardo.
Ese año hicimos “La Historia Patria”, porque era una forma de hablar de la lucha y las libertades, narrando la revolución arti-
guista y el Éxodo del pueblo oriental.
Eran épocas donde los tablados parecían teatros y era nuestra obligación transmitir el mensaje; había que estar firmes polí-
ticamente.
Incluso, prohibida la palabra, usábamos el cuerpo para dar alguna señal.
Fui con él [codirector de Araca la Cana], el Viejo Paraguayo [López] a la sede de la calle Juncal a recibir el veredicto de la
censura.
Me mandaron llamar y me entregaron el texto con un voto de felicitación.
Habíamos sido juzgados por un coronel artiguista, al que dicho fallo le valió un arresto de 30 días a rigor y el retiro de su
jubilación.

* * *

El coronel Aguiar y sus secuaces, integrantes de la Comisión de Censura, te enloquecían con sus preguntas.
Tenían una estrategia en la cual hablaba uno y, de repente, aparecía otro militar desde la otra punta de la mesa.
En el carnaval de 1975 fuimos censurados y debimos escribir todo de nuevo.
A La Soberana, directamente, la prohibieron, porque hacía la historia de un pueblo chino luchando contra el imperio.
Nosotros, en tanto, hacíamos la historia de Kung Fu peleando contra el Imperio Romano y nos acusaban de estar de acuerdo,
algo que negué.
“Yo con Pepe Veneno [director de La Soberana] fui a la escuela, pero en carnaval somos competidores”, les dije.
“Señor, ¿qué va a hacer?”, me preguntaron al momento de censurarnos.
“Voy a escribir de nuevo”, respondí y partimos al apartamento de un amigo, donde el Paraguayo escribió a máquina las
21 copias del nuevo texto, usando carbónicos.
“Yo sé lo que ustedes quieren, pero jamás lo voy a escribir”,
les dije.

Fragmento del texto de “La Historia Patria” de Araca la Cana
1974, escrito por José María Catusa Silva

«Marcharon los negros libres
pisando la tempestad
el indio bronce y tacuara
gritando su libertad»