Néstor Pallares, expresidente del jurado en 1987, 1988, 1991, 1992 y 1996 falleció imprevistamente en Montevideo el martes 3 de agosto.
Sus restos son velados en Forestier Pose este miércoles, de 11.30 a 13.30, hora en la que el cortejo fúnebre partirá al Cementerio del Norte, donde recibirá sepultura.
Néstor fue periodista de El Diario de la Noche, La Mañana y Últimas Noticias.
En los dos primeros realizó crónicas de deportes y carnaval.
También estuvo en CX 18, CX 36 y desde hace varias temporadas integraba el equipo de Carnaval del Futuro, por 1410 AM Libre, del que era su referente.
Era padre de Ramiro Pallares, último presidente del jurado, exdirector del Departamento de Cultura de la IM y actual asesor de la Gerencia de Eventos de la IM.
Fue un maestro del comentario carnavalero, reconocido su imparcialidad, su ética intachable y su vozarrón inigualable.
En 1975 estuvo preso durante 30 días a causa de una crítica que otorgaba favoritismo a La Bohemia, tras haber sido denunciado penalmente por un integrante del Ministerio de Defensa actuante en la Comisión de Control.
En 1985 denunció en las páginas de El Diario, en la previa del fallo, que La Nueva Milonga -la gran favorita- sería empatada por Arlequines y Saltimbanquis.
La apertura de puntajes le dio la razón y, tras ese inicidente, la noche de fallos se hizo con su formato actual, teniendo en cuenta que hasta ese entonces los periodistas podían estar presentes en el escrutinio, pero no informar los resultados hasta finalizado el conteo de todas las categorías.
Pese a ser una persona notoriamente identificada con la izquierda, fue convocado en 1987 por la Intendencia del Partido Colorado para abrir una nueva era al frente del jurado, por ese entonces duramente cuestionado por sus fallos.
Allí convocó a figuras de prestigio en el ámbito de la cultura, tales como Juan José Aldado, Washington Benavides, Iván Solarich, Gustavo Diverso, Marcelo Zorrilla de San Martín, Imilce Viñas, José Cozzo, Esteban Klisich y Pablo Santamaría, entre otros.
Pallares puso su prestigio y conocimiento en tal encargo, reformando reglamentos y habilitando años más tarde la evaluación de la visión global del espectáculo, un instrumento que se considera hasta el día de hoy como un mecanismo que premia la creatividad por encima de los rubros técnicos, que en esa década definían categorías enteras.
Fue el mayor estudioso y conocedor de la reglamentación carnavalera.
GUZMÁN RAMOS Y MARCELO FERNÁNDEZ RECUERDAN A NÉSTOR PALLARES
«Néstor Pallares, un maestro total»
Por Guzmán Ramos
Néstor Pallares fue un maestro genial, una guía en la bancada de prensa del Teatro de Verano.
Todos aprendimos de su ética implacable, su criterio, sentido de justicia, comportamiento e imparcialiad en sus valoraciones.
Un hombre amante de su oficio, estudioso y profesional.
Lo escuché en sus emisiones de radio, desde siempre, hasta ahora, a pesar de estar al aire casi en un mismo horario.
Y tuve el enorme placer de ser escuchado por él, en la misma función, recibiendo su aliento, consejo, su elogio y su crítica.
A veces en el acuerdo, otras tantas en la diferencia, casi todas las noches discutíamos e intercambiábamos opiniones con enorme apasionamiento recostados en la baranda.
Por ver decenas de concursos sentado a su lado, tomamos centenas de litros de mate bien cebado (por él).
Admiré su compromiso con el espectáculo y con la palabra, tanto escrita como en radio y a medida que fui construyendo mi archivo sonoro y escrito, fui haciéndome hincha de su pluma punzante y jugada, en épocas donde «decir» suponía marchar preso.
Fue un sobresaliente presidente del jurado; el mejor de todos.
En este momento de profundo dolor, siento que el carnaval pierde a un referente en su función.
Personalmente, despido con gran dolor a un gran amigo, un maestro total a quien tributo admiración y agradecimiento.
«Néstor»
Por Marcelo Fernández
Me quedé sin un amigo y sin un maestro, murió Néstor Pallares.
Empecé a escucharlo en Radio Sport en los 80.
Las madrugadas se llenaban con su inconfundible vozarrón y con su sabiduría carnavalera que derrochaba cultura de barrio.
Desde la redacción de La Mañana y El Diario disparaba sus certeros comentarios deportivos en épocas en las que competía de igual a igual con las mejores plumas periodísticas.
Tiempo después me tocó compartir transmisiones con él durante varios años.
Los códigos de la honestidad y el respeto eran innegociables y así lo inculcaba a los que tuvimos la inmensa suerte de trabajar a su lado. Daba cátedra sin tener que pararse en ningún pedestal.
Litros de mate y puchos compartidos en las noches de la radio me hicieron conocer a un gran tipo, generoso con sus conocimientos, con quien era un placer discrepar porque las batallas dialécticas solo servían para enriquecer al interlocutor.
Nunca fue un Queyala, nunca puso por delante su veteranía y experiencia para ganar una discusión. Tampoco nostalgiaba al cuete, para él, los tiempos pasados no eran ni mejores ni peores. Defendía a muerte a las murgas y los espectáculos que rompían los esquemas sin dejarse atrapar por el freno de las tradiciones.
Uno de mis momentos favoritos en Carnaval era cuando en la Platea del Teatro de Verano, al final de algún espectáculo que había matado, intercambiamos miradas cómplices como diciendo: “Cierren las carpetas, a estos no les gana nadie”. Y casi siempre coincidíamos.
En la tribuna de su querido Parque Capurro y en la bancada del Teatro de Verano siempre habrá un lugar para su alma.
Hoy que le tocó a él cantar la retirada, me doy cuenta que me quedé con las ganas de decirle cuanto lo admiré.
Quién iba a pensar que se iba a ir tan pronto!