Por Guzmán Ramos
A diferencia de los carnavales brasileños, cuya magia radica en los desfiles callejeros y su ímpetu y pulsión dionisíacas, el uruguayo es un gran festival de teatro popular, reglamentado y ordenado.
A trasluz de la antigua simbología del Apolo griego, los repertorios apuntan cada vez más a la razón, la reflexión y el pensamiento. El concurso potencia la mirada y el análisis desde que la televisación se instaló en el Teatro de Verano, hace casi dos décadas.
Sin embargo, los concursos no siempre fueron patrimonio de ese coloso del Parque Rodó. El primer certamen fue en 1874 en la Plaza Matriz, recordó la historiadora Milita Alfaro en conversación con El País. Se hizo en una tarde y tuvo un jurado conformado por mujeres.
La desaparecida Plaza Saroldi, ubicada en 18 de Julio y Fernández Crespo, fue el ámbito del primer concurso de carácter oficial, en 1890, donde los participantes actuaban sin distinción de categorías: payadores, monologuistas, máscaras sueltas y hasta patinaje. Fueron unas cinco mil personas.
Las crónicas dan cuenta del nacimiento de los rubros de letra, canto y vestuario hacia el año 1896. Ese año también surgió la decoración de los tablados, que ofició como escenografía durante décadas.
Hacia 1903, la celebración comenzó a ordenarse: aparecieron cinco tablados, pero la guerra de 1904 interrumpió su continuidad. En 1906 la fiesta retomó su impulso con seis escenarios sobre sobre bloques precarios y tablones de madera.
Un año más tarde fueron 12 hasta que en a principios de la década de 1920 cada barrio armó el suyo propio, con una comisión encargada de elegir las premiaciones, que por ese entonces comenzaron a ser en dinero, contó Alfaro.
Si bien el sistema sirvió para establecer cierto rigor a la hora de juzgar, las polémicas estaban a la orden del día y no faltó el jurado que recibiera un tomatazo ante una decisión injusta o apresurada. Los primeros jurados formales fueron los periodistas de los diarios asociados al Círculo de la Prensa en 1909.
Por entonces, los concursos estaban alejados de la mirada del gobierno de turno —el primer batllismo— cuyo énfasis estaba puesto en replicar los grandes desfiles, inspirados en modelos de Niza y Venecia.
Sobre 1920 los certámenes se desarrollaban en el Teatro Solís y el antiguo Sodre, inaugurado en 1929.
Finalmente, en 1944 la construcción del Teatro de Verano sentó las bases de la estructura actual, aunque esa obra fue pensada originalmente para el ballet y la alta cultura.