La editorial Ediciones B presentará a fin de año el libro «Cien veces murga», una recopilación de relatos murgueros a cargo de los periodistas de Calle Febrero, Fabián Cardozo y Guzmán Ramos y la producción de Gonzalo Botta.
El trabajo abarca distintos momentos históricos y alude a las propuestas y personajes más sobresalientes de nuestra máxima fiesta popular.
Fabián, Guzmán y Gonzalo trabajan en este proyecto desde hace un año y llevan realizadas un centenar de entrevistas.
Calle Febrero presenta a continuación, a modo de adelanto, uno de los relatos más emocionantes del libro: el encuentro entre Raúl Castro, Tota Quinteros y la elaboración de la despedida a Elena Quinteros, de Falta y Resto 1985.
RAÚL CASTRO , TOTA QUINTEROS Y “LA CANCIÓN DE MI HIJA”
Narrado por Raúl Castro
Conocí a la Tota Quinteros (*) a la salida de la dictadura, durante la campaña electoral de 1984, en una de las actividades de la IDI (Izquierda Democrática Independiente), que por esos años era un grupo del ala más radical del Frente Amplio.
El denominador común de la militancia era la juventud, por lo que me llamó la atención verla entrar con su bastoncito a cuestas y su paso calmo, que contrastaba con su claridad y fuerza a la hora de participar en la reunión.
Pregunté por ella y me dijeron que era la madre de Elena Quinteros (**).
¡Era increíble pero yo, que era un tipo muy politizado, apenas conocía la historia de su desaparición!
Y si la conocía, era más por el altercado con Venezuela que por el hecho en sí.
Un día, en otra actividad política, nos pusimos a conversar y entramos en confianza.
Me preguntó si la acompañaba a almorzar y ahí, en el bar Saroldi, por 18 de Julio, Tota me contó toda la historia de su hija.
El relato de su búsqueda me conmovió y estremeció profundamente, pero tragué saliva y le pedí si me dejaba contarla en la despedida de la murga.
– “No solo te dejo, sino que te pido que lo hagas, porque quiero que la gente se entere realmente de lo que sucedió”, me respondió.
Esa misma noche, ni bien llegué a casa, comencé a escribirla.
No fue sencillo, porque la desaparición era un concepto que todavía no estaba presente en la cabeza de la gente.
Había que ser claros: no era lo mismo hablar de un exiliado o un preso político que de una persona secuestrada y asesinada. Y en este caso, además, existía una línea muy fina, porque algunos ya asumían que los desaparecidos no aparecerían nunca.
Al poco tiempo empezamos los ensayos para el carnaval 1985, en el Fénix.
Ese año los cuplés no estaban tan bien, pero la despedida quedó hermosa y la cantábamos con ganas.
Cada ensayo salía mejor y sentíamos que el barrio entero la escuchaba, hasta que una noche, con el mismo paso calmo con el que la había conocido hacía unas semanas, vi entrar a Tota al ensayo.
Su presencia ya nos alegraba, aunque no sabíamos qué hacer cuando llegara el momento de cantar la despedida.
Tota se sentó sola y así presenció toda la actuación, menos el momento final, porque no nos animamos a cantarlo.
Hicimos el último cuplé y paramos. Quedamos mudos, incómodos, mirándonos unos a los otros y hasta la multitud que esa noche estaba en el club comprendió la situación y acompañó con su silencio.
Entonces, Tota se levantó de su asiento para hacernos vivir uno de los momentos más emocionantes, cuando tomó la palabra y dijo:
– “Muchachos, la murga está preciosa, pero yo vine a escuchar la canción de mi hija”.
Fragmento de la despedida de Falta y Resto 1985:
“(…) Es Elena Quinteros / la maestra uruguaya / la que nombra este grito / la que perdió un zapato en una escalinata / como una Cenicienta / luchando por su vida. Es Elena Quinteros / y por ella cantamos / Por que es su zapato solamente el que calza / el de la Cenicienta / la maestra uruguaya / madre de tantos hijos / hija de la esperanza / La desaparecida…
Te encontraremos viva / los que amamos la vida / un pupitre y un libro / el pueblo te reclama. / Te reclama tu madre / que dio vuelta la tierra / y da la vuelta al sol / detrás de una esperanza…
Recitado: En tus ojos Elena, están los de los otros: de Tito, de Gerardo, de Julio, de León, de Tassino, de Bleier, de Royer y Victoria, de González, de Chávez, Correa y Arigón”
(*) María Almeida de Quinteros fue una maestra rural y dirigente política del Frente Amplio, madre de la también maestra Elena Quinteros, asesinada por la dictadura militar uruguaya (1973-1985). Almeida de Quinteros tuvo una destacadísima actividad en distintas causas en favor de los Derechos Humanos, integrando las comisiones de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y Organización de Estados Americanos (OEA), en representación de Uruguay.
(**) Elena Quinteros (1945-?) fue una maestra y dirigente política de izquierda, asesinada por la dictadura militar. En su juventud integró la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y a mediados de los años setenta fundó clandestinamente el Partido Por la Victoria del Pueblo (PVP).
Fue detenida el 26 de junio de 1976. Dos días más tarde pidió ser llevada a las inmediaciones de la Embajada de Venezuela en Montevideo, donde simuló entregar a otro militante.
Logró fugar hasta los jardines de esa sede diplomática con el objetivo de pedir asilo, pero allí fue otra vez raptada por las Fuerzas Conjuntas.
El incidente determinó la ruptura de relaciones entre Venezuela y Uruguay.