Por Facundo de León
Enrique Vidal regresó al Carnaval tras catorce años, aunuqe nunca se desligó de la faceta creativa. En entrevista con Calle Febrero repasa algunos de los aspectos centrales de su vuelta a los escenarios.
– ¿Cuántos años sin salir en carnaval.
– Catorce años. En 2005 fue la última vez con La Naranja Mecánica.
– ¿Cómo se vive la vuelta?
– La vuelta al carnaval es una maravilla. Desde el punto de vista del espectáculo siempre seguí vinculado; seguí haciendo teatro que no tiene mucho que ver con lo que es carnaval porque el teatro tiene un arte y un lenguaje muy diferente. Carnaval es otra cosa: el Teatro de Verano y la comunicación con la gente son instancias mágicas. Realmente estoy muy contento.
– ¿Qué tiempo conlleva crear un espectáculo como este?
– Depende cada cosa. Una cosa son los textos, las ideas y las discusiones de las mismas, de las que principalmente nos encargamos con Horacio Rubino. Después comenzamos a escribir y a pensar quiénes van a formar parte del elenco y quienes no, porque la escritura necesita ciertas piezas para poder desarrollarlo. Luego, mas cercano a final de año, empieza la maquina donde aparecen todos los otros rubros como es el vestuario, coreografía o los arreglos corales que realmente demandan mucho tiempo. Yo creo que no hay un ideal de tiempo, porque siempre terminamos corriendo de atrás.
– En este tiempo que has estado fuera de carnaval, ¿has visualizado algún tipo de cambio en la categoría? – Sinceramente, no. Ya lo he dicho públicamente: es una de las categorías que está más anclada en el estilo, en la estructura; no se arriesga. Siempre digo que, para el artista, el riesgo tiene que ser una buena palabra y no podemos emparentarla como una definición de miedo, sino todo lo contrario, es un desafío. Creo que son muy conservadores en la estructura tradicional de las dos parodias, las músicas muy similares, la despedida también con la misma temática. Si comparamos, otras categorías han tenido profundos cambios en comparación al parodismo: los lubolos, que históricamente ha sido una categoría muy conservadora, ha incursionado en cambios. Las murgas también, junto a los nuevos aires que trajo el fenómeno Murga Joven. En el parodismo, en cambio. el abanico es mucho mas chico y falta mas riesgo de poder cambiar y romper esquemas.
– ¿Las formas de hacer reír han cambiado?
– Sí, un poco sí, te lo exige la realidad. Hay un ritmo de vida nuevo, nuevas tecnologías que conllevan directamente al cambio.
– ¿Cuál es lugar para inspirarse y no repetirse?
– Es difícil. Convivimos con las redes sociales, donde existe una enorme creatividad y es un adversario terrible. De todos modos, pienso que la fórmula es el trabajo, ya que, por más condiciones que se tengan, si esfuerzo no se llega a nada. Además, el carnaval se ha profesionalizado en muchas facetas.
– ¿Cuán importante es la predisposición del público para que el mensaje golpee donde el emisor quiere?
– En carnaval, es muy importante, porque es un azar. ¿Por qué es un azar? Por ejemplo, en teatro se enferma un actor o una actriz y se suspende el estreno. Acá no, no hay mañana. Ademas, hay varios factores que influyen: la programación, el clima, qué tipo de público, si tenés hinchada, sino la tenés, y después hay preferencias de la gente por estilos o por personas.