Fue pintor de autos, trabajó en un reparto e inauguró el local deportivo de La Cancha, en Montevideo Shopping. Sin embargó irrumpió en carnaval a mediados de los ochenta, para convertirse en un referente del parodismo. Fue padre otra vez a los 49 años y se tomará el 2017 para su familia. Pero antes de ese impasse compartió una extensa conversación sobre su vida y su trayectoria en Calle Febrero
Foto: Jimena del Río Ocampo
El 2017 será un año sabático sobre los escenarios carnavaleros para Luis Alberto Carballo, quien el pasado año condujo a Los Muchachos a su primera consagración, luego de varios intentos.
Es que el artista y comunicador vive un gran momento en los medios y en el plano familiar, tras el nacimiento de Facundo, su segundo hijo, dos meses atrás.
Pero el alejamiento será solo pasajero, según reconoció el artista en la entrevista central de Calle Febrero, del domingo 16 de octubre.
Allí contó que tuvo varias propuestas, pero que decidió tomar unas vacaciones para disfrutar de su familia y poner en cartel una nueva obra teatral, aunque aseguró que se dará una vuelta por los escenarios de Momo.
El eje de la entrevista fue la categoría de parodistas, que conoce al dedillo por haber participado en varios grupos de primer nivel: Los Klaper´s, Caras y Caretas, Adam´s, Zíngaros, Nazarenos, Jaquet´s y Los Muchachos, con los que realizó papeles inolvidables.
Luis reveló que tres actores fueron sus socios artísticos ideales sobre un escenario: Edgardo Abate, Mario Fossati y Cacho Denis.
A Edgardo lo definió como su «gran Javier Portales», trazando así una comparación con el firme bastonero que dejaba la mesa servida al comediante principal -en aquel caso, Alberto Olmedo- para los remates humorísticos.
«Capaz que en carnaval, Edgardo no estaba considerado como un número nueve, pero tenía una seguridad maravillosa», sostuvo Luis.
Mario Fossati fue otro socio que ocupa un lugar especial en su recuerdo, aunque solo salieron juntos un año: 1985 (en Los Klaper´s), el carnaval de su debut.
«Mario tenía un histrionismo enorme y podía venir un tsunami que no pasaba nada»; expresó Luis y para, posteriormente, evocar distintos años junto a Cacho Denis, en una dupla que se prolongó principalmente durante los años noventa, en Adam´s,
TRABAJO Y COMPOSICIÓN DE PERSONAJES
Durante la entrevista fueron evocados casi todos sus años carnavaleros, en especial los de su primera etapa, porque allí el artista consolidó una gran popularidad, que luego lo llevó a la televisión, donde su carrera tuvo su salto definitivo.
Luis recordó las rivalidades entre los parodistas y se detuvo en marcar las diferencias entre los espectáculos actuales y los de décadas pasadas, señalando los insumos y preparativos que deben encarar los grupos de la categoría en la actualidad.
Si bien Los Muchachos han sido reconocidos por sus niveles de producción, Luis destacó el esfuerzo realizado con Nazarenos en 2007, con el espectáculo que montó series acrobáticas que emulaban a las del Circo del Sol.
Sin embargo, las parodias qué más disfrutó fueron las de 1999 en Adam´s: La Jaula de las Locas y El Hombre de la máscara de Hierro, principalmente, por su impacto humorístico.
«Ese año hubo un laburo machazo»; recordó el artista.
Añadió que un grupo de actores armaron el clima perfecto para el momento central de la obra: cuando al protagonista -actuado por él- le quitan la máscara para develar que el prisionero era el rey.
«Fui emocionante ver al público en ese momento, aunque el final ya era conocido», dijo.
Pero pese que la risa era el denominador común de esa propuesta, Luis reconoce que existen otros elementos que enriquecen una parodia: los reflexivos y dramáticos.
Su valoración no es menor en estos tiempos, donde en ciertos ámbitos se debate sobre la pertinencia o no de los momentos «serios».
«Existe un error muy grande, que parte de la idiosincrasia del uruguayo: ese error es privarse de diferentes cosas», sentenció el actor, validando así la multiplicidad de recursos narrativos que pueden habitar una parodia.
Y tras criticar las distintas opiniones del ambiente que juzgan una obra únicamente tras el ojo del reglamento, expresó: «Dejar caer un lagrimón mirando una parodia también es una forma de disfrute».
LOS QUIEBRES
Es difícil, en cualquier ámbito, encontrar un artista con una trayectoria consolidada que no haya pasado por distintas etapas.
Y Luis no fue la excepción.
Si bien sus primeros diez años carnavaleros -afirma- fueron reconocidos por sus personajes cómicos, el punto de inflexión llegó con Zíngaros, en 1995.
Allí le tocó interpretar al Ruso, el amigo inseparable que bajaba los impulsos y buscaba encauzar la desordenada vida del mítico boxeador argentino José María Gatica, que interprtaba Pinocho Sosa.
«En Gatica le empecé a agarrar el gustito a esos personajes. Me di cuenta que uno no solo se alimenta de risas, sino también de silencios, aplausos y de generar situaciones donde, realmente, se pueda meter a la gente en un clima diferente», dijo, tras reivindicar al humor como el condimento indispensable de cualquier relato.
«Prefiero el humor, pero me encantan ese tipo de personajes»; consignó.
Sobre ese año en particular, Luis recordó todos los momentos previos al carnaval, en las madrugadas, cuando los principales referentes del grupo se juntaban para aportar ideas a la obra que el libretaría.
Pero ese no fue su único momento de inflexión.
En 1991, Luis ya se perfilaba como una gran actor, hecho que se confirmó con la obtención de la figura máxima del carnaval. Allí, según reconoce, visualizó que era el momento del gran salto y «de dedicarle un poco más de tiempo a esto», porque la cosa iba en serio.
Interpretó los papeles centrales de las parodias Súperman y La Guerra de las Galaxias y un consejo a tiempo de su director, Hugo Ligrone, lo marcó para el resto de su vida: cortar a tiempo los juegos y chichoneos con el público, esos momentos únicos y mágicos que aparecen de la nada como cuando el mago saca su conejo de la galera sin que nadie se pregunte cómo.
MURGUISTA POR UN AÑO
Su sello es la parodia, pero en la conversación también fue recordado el año 1997, con Araca la Cana.
Es que la murga de Catusa Siva llevaba casi tres décadas sin ganar -su último primer premio había sido en 1969-, pero un personaje extraído de la televisión argentina llegó al Teatro de Verano para volcar la balanza: Figuretti.
Sobre ese año, Luis recordó que sus bajadas a la platea y el ingreso al recinto del jurado fueron improvisados.
«Le dije a Catusa que le parecía y me dijo:´bueno, dale´», rememoró.
Sin embargo, hasta ese momento el recinto del jurado era un lugar impenetrable, al punto que el presidente, Nacho Suárez, estaba esperando para impedirle el paso.
Pero cuando vio la escena, no tuvo más remedio que dejarlo entrar, según el propio Suárez le reconoció una vez finalizado carnaval.
Escuche la nota completa con Luis Albero Carballo realizada el 16 de octubre de 2016 en Calle Febrero