La investigadora María José Pieri, autora de un trabajo sobre el Desfile Inaugural, presentará los contenidos del mismo en la emisión de esta noche de Calle Febrero, que comenzará a las 20 por Emisora del Sur.
Foto: Centro de Fotografía de Montevideo
El carnaval montevideano existe como fiesta desde antes del surgimiento del Uruguay como país.
Al principio, el carnaval “heroico” definido por Milita Alfaro se desarrollaba en las calles de la actual Ciudad Vieja, la que durante los días de fiesta se transformaba río debido a las enormes cantidades de agua que se tiraban los participantes.
Toda la población participaba en mayor o menor medida, sin distinciones de razas, sexo, edad o posición social.
Luego de medio siglo de vivir la fiesta de este modo, y ya entrando en los tiempos de lo que José Pedro Barrán llamó la sensibilidad “civilizada”, por la década de 1860, la élite de la sociedad uruguaya ve la necesidad de realizar ciertos cambios, siempre con el ojo puesto en Europa.
En el caso del carnaval, el ejemplo a seguir fue el renombrado Carnaval de Niza, caracterizado por su famoso desfile, constituido por un elegante paseo de carros alegóricos, arte callejero y música en vivo, en un fastuoso marco de luces y arreglos florales.
Para estos efectos se creó una Comisión de Fiestas que, con el apoyo de las principales familias de entonces, fue la encargada de organizar en 1873 el primer desfile de carnaval de Montevideo, llamado “Paseo de las Comparsas”.
Tal como se desprende de los registros dicho desfile, aquel evento tuvo gran participación ciudadana, colmando 18 de Julio y la calle Sarandí para ver el paso de los carruajes y conjuntos que concursaban.
También los vecinos de los edificios de dichas arterias cumplieron con la convocatoria de adornar festivamente sus fachadas.
Pero, más allá de un primer impulso novedoso, no se logró cumplir con las expectativas de una sociedad que se miraba en un espejo muy lejano.
SIGLO XX
A principios del siglo XX las administraciones batllistas le dieron gran impulso al carnaval en general, al desfile y también a la creación de los novedosos “tablados” que surgieron en los barrios por iniciativas particulares de comerciantes.
Eran lugares democráticos y laicos, alejados de las ceremonias eclesiásticas.
Este pasaje habla no solo del éxito del desfile como tal, sino de la gran participación ciudadana (y turística) que hacía suya la fiesta y la ciudad:
«¿De dónde salió tanta gente ayer, para llenar plazas, calles y avenidas? No se sabe. Apenas si se supone. Buenos Aires, el interior, el vecino estado de Río Grande han arrojado hasta nuestra capital millares y millares de forasteros, que en la tarde y en la noche de ayer constituyeron el principal elemento de animación… y de gasto.
Cuando el marqués y su abigarrado cortejo hubo hecho su paseo triunfal por nuestras principales calles; cuando la gente se hubo hartado de su grotesca figura y de las de sus pintorescos acompañantes, se dio a deambular por la ciudad vieja, o bajo las arpilleras de la gruta azul, y a pie los más modestos o los más económicos, y en automóvil o carruaje los más dispendiosos. Inundaron Sarandí y 18 de Julio, gozando unos con los arrogantes pavos, y con las estalactitas de la gruta azul, otros. LA RAZÓN 19/02/1912.
En 1912 el diario LA RAZÓN da cuenta de un desfile de más de dos mil metros de largo, que comenzaba con la carroza del Marqués de las Cabriolas, diseñada por el artista plástico Félix Morelli.
En aquel desfile había una columna conformada por veinticinco eslabones, con más de trescientos músicos en ellos; carros comerciales, cincuenta comparsas con doscientos músicos, doscientas cincuenta mascaradas, una cantidad de payasos y un grupo numeroso de tipos arlequinescos.
Un siglo después, el Desfile Inaugural es encabezado por las Reinas del Carnaval, Llamadas y Escuelas de Samba (que desde mediados de la década de 1940 sustituyeron al devaluado Marqués de las Cabriolas, que dejó de desfilar a comienzos de la década de 1930), seguidas por unas 50 agrupaciones concursantes, conformadas por las cinco categorías que concursan por un premio: Revistas, Humoristas, Parodistas, Murgas y, cerrando, las Comparsas de Negros y Lubolos. Intercaladas, agrupaciones y personalidades fuera de concurso, publicidad comercial y algunos vehículos.
El cambio en la cantidad y calidad de los participantes/actores del desfile inaugural es notorio. Hoy prácticamente no desfilan carros alegóricos, ni más músicos que los integrantes de los conjuntos que concursan en el torneo oficial. También ha disminuido el recorrido inicial que incluía parte de la actual Ciudad Vieja y el Centro, para limitarse únicamente a la principal arteria: 18 de Julio.
Ya lo mencionaba Daniel Vidart: “Cuando digo desfile, no estoy apuntando al monótono, chirle y desorganizado floreo inaugural de las agrupaciones, de las estereotipadas reinas y sus cortes, de los desvaídos carros alegóricos, de los saludadores cabezudos y demás parafernalia.” “¿Existe, por ventura, algo menos carnavalesco que el desfile municipal a lo largo de 18 de Julio que llevan a cabo los conjuntos en el inicio de los espectáculos presididos por el travestismo de Momo, ayunos de la participación colectiva en los festejos?
Allí se ha perdido el espíritu de la fiesta.”
Tal como afirma el profesor Vidart, el desfile ya no es el símbolo del carnaval histórico, donde el pueblo y los artistas se juntan en la principal avenida a celebrar un alto en la rutina, mediante la inversión de roles.
El carnaval uruguayo y montevideano cambió y también su primer hito: el desfile inaugural es un acontecimiento social extraordinario, previsto y formal (en el sentido que tiene sus reglas, cronograma, orden), aunque permite la exposición espontánea (pero limitada por el vallado y la vigilancia policial) del público que lo acompaña.
Pero afortunadamente contamos con el registro de pasados Desfiles Inaugurales, para nuestro deleite. Dice el dicho: para muestra, sobra un botón… Acá algunas perlitas del diario EL SIGLO:
“El juego de la serpentina se ha aclimatado entre nosotros, y hay que felicitarse de ello, porque es culto y de bonito efecto. Pero hay que confesar que es poco para llenar todo un programa delicioso como el del carnaval. 1895
En la noche del lunes hubo largo y animado corso por las calles 18 de Julio, Sarandí y 25 de Mayo, viéndose discurrir en carruajes a nuestras principales familias. En el trayecto del corso las aceras se encontraban ocupadas por un público numerosísimo que libraba encarnadas batallas de serpentinas y papelitos con las familias que desfilaban y con las que desde los balcones presenciaban el desfile. 1896
El Marqués sale de 18, bandejas con 68 (¡!)comparsas.
El corso promete desde el primer día alcanzar gran éxito. No queda ya ningún vehículo disponible en cochería ni en plazas ni en ninguna parte. 1908
La Comisión de Carnaval recibió ayer a los 9 carros alegóricos que ha mandado confeccionar a los señores Juan Piantini, Luis Scarzolo Travieso, José Pedro Montero Bustamante, Félix Morelli, Orestes Acquarone y Círculo de Bellas Artes, para hacerlos circular en los corsos.
Con cada uno de estos vehículos, a excepción del construido por el Sr. Scarzolo Travieso, irán 12 músicos de los batallones de infantería.
Hoy, en las primeras horas de la mañana, llegarán de Bs.As. seis vapores que efectúan viajes extraordinarios todos con sus pasajes completos. En dichos vapores vendrán no menos de 4 mil pasajeros.
Las guirnaldas de illuminación dirigidas por los Ing. Invernizzi y Ricci estarán encendidas de 7.30 pm a 1 am.
El Rey del Carnaval saldrá a las 5 pm por 18 de Julio desde Plaza de Armas hasta Plaza Independencia.
Globos inflados con gas representando un elefante de tamaño natural, 2 osos, 5 damas gordas, 2 cerdos, 3 toros, 1 jirafa y otros animales, irán detrás del séquito del Rey del Carnaval. 1909
Los diarios se han cansado de repetir en todos los tonos que el carnaval muere, que la decadencia es violenta, que unos años más y Momo caerá en la impiedad del olvido eterno. No seremos nosotros los que desmientan tan tristes profecías. Sólo se nos ocurre pensar que si el Momo de los corsos, de los carros vistosos, de las comparsas brillantes, de los negros lubolos, va camino de cementerio, hay otro en cambio, que cada año sube de la cresta del éxito. Y es el Carnaval que se concreta en las calles. No se recuerdan en Montevideo social bailes como los que han ocupado las noches pasadas. 1910
Se ha generalizado el concepto de que el carnaval decae de año en año. Cada vez, se dice, la gente tiene menos afición a cubrirse el rostro con una careta. No se puede decir eso de nosotros, y comprobamos, cada año, que nuestro público tiene una loca afición por las carnestolendas.
No se negará, sin embargo, que el carnaval, como todas las costumbres sujetas a la evolución, ha sufrido una transformación radical. Ya no recordamos la fiesta de Momo como una fiesta en que los hombres comunes, participan con su parte de bullicio o de locura, a la alegría de la ciudad. Las mascaritas clásicas que daban la consabida broma, el baile familiar, el carnaval de las comparsas de negros, todo lo que hace 8 o 10 años formaba el obligado contingente que salía a la calle a divertir al bien público, ahora ha pasado a la categoría de elementos secundarios, que pone su nota de color aquí y allá, y completa la nueva faz que ha adquirido la fiesta entre nosotros. Ahora, el estado ha tomado su parte la cosa y contribuye en lo fundamental, para hacer que la fiesta resulte brillante.
El Estado engalana la ciudad, organiza el corso, prepara mil atractivos para canalizar, digámoslo así, el bullicio y la alegría de los ciudadanos, y para atraer forasteros. Un sociólogo haría hincapié en este dato para demostrarnos como las costumbres evolucionan impulsadas por el consabido “factor económico”. El hecho es que, por una cosa o por la otra, Montevideo ha adquirido, en la materia en cuestión, una nombrada merecidísima. Consultad el diccionario Segni, y en la palabra “Carnaval” os dirá que Montevideo, con Niza, París, Roma y Milán, es una de las ciudades en que más resuenan cascabeles del dios de la locura… 1911
12 carros oficiales con el Marqués del Carnaval realizados por la Escuela Nacional de Artes y Oficios llevarán a la Reina del Carnaval con su corte de 14 damas, espléndidamente vestidas con trajes romanos rodeadas de los atributos correspondientes. Las tropas del 1° de Caballería tocando la marcha triunfal “Aída” acompañarán a la Reina en su tránsito por la ciudad.
Detrás irán los demás carros, el del Marqués conduciendo al popular Lametz, con todo su séquito de polichinelas y tipos característicos y luego los vehículos titulados: El Rey del Carnaval…1915
La característica de los festejos de carnaval de Montevideo es sin disputa su iluminación extraordinaria. En ese sentido su prestigio en Sud América es proverbial. Es por eso que las autoridades municipales se preocupan especialmente de este número importante del programa de festejos.
Este año como el anterior, será director de la ornamentación general y proyectista de la iluminación de carnaval, el ex edil Arq. Humberto Pittamiglio.
Para carnaval, según los datos que tenemos, la iluminación superará si es posible, a la del año anterior. Se piensa colocar 100.000 lamparillas distribuidas en las Plazas Constitución, Independencia y Cagancha, calles Sarandí y 18 de Julio hasta Ejido.
La disposición de los adornos será distinta de la del año anterior, lo mismo que el estilo de estos. La luz estará distribuida con profusión, utilizándose a mayor escalo los efectos de la policromía.
En la Plaza Constitución se colocarán frente a cada ángulo de entrada, 4 frontispicios decorativos del tipi Luis XVI, uniendo estos frontispicios se alternarán escudos y cintas de luces del mismo estilo que el resto. En la línea de cada frontispicio habrá un haz de luz de nitrógeno que, cómo se sabe, es de un color blanco plateado.
En la Plaza Independencia y sobre el pasaje central que une 18 de Julio con Sarandí, se colocarán luces decorativas de 17 mts. de altura. En el centro, y rodeando la fuente se construirá un gran recinto luminoso de estilo Luis XVI, en el cual se invertirán 20.000 lámparas. Alrededor de la Plaza se colocarán numerosas lámparas intensivas y guirnaldas.
En la Av. 18 de Julio las decoraciones serán centrales, obedeciendo al mismo estilo que el resto de la iluminación e imitando jarrones floreados, de los cuales surgirán las guirnaldas luminosas.
La Plaza Libertad lucirá este año también adornos de más importancia que los colocados en otras temporadas. Consistirán engrandes soportes rematados por abanicos circulares que se colocarán en número de 6, y realzados por luces multicolores.
En resumen la iluminación será un número de gran atracción para los que se apresten a participar de nuestras fiestas, y estará de acuerdo con la importancia que adquiere Montevideo como ciudad de turismo. 1917″