Por Facundo de León (columnista)
Agárrate Catalina retorno al Concurso oficial de Carnaval luego de siete años de ausencia y, como era de esperar, los “Defensores de Causas Perdidas” –nombre del espectáculo 2019- dejaron cenizas en el ambiente que generaron múltiples repercusiones.
Esta murga no es una murga más. Es decir, su presencia genera un impacto en todas las esferas de la población provocando una constante radiación expansiva en todo lo que envuelve a sus espectáculos, principalmente el texto.
Sea bueno, malo, políticamente correcto o incorrecto o simplemente intrascendente, el discurso de “La Catalina” siempre es analizado bajo una retórica bastante diferente a la común.
Este año no fue la excepción. El espacio donde se encuentran las opiniones públicas con inmediatez sobre cualquier suceso de turno, Twitter, reaccionó con efervescencia por la función que expusó la murga en la tercera etapa del concurso.
Principalmente, el cuplé de la lucha de clases fue el lugar que tuvo un mayor tenor critico por parte de las personas.
Desde “tibios” hasta “murga de Novick” fueron los calificativos para el conjunto que tiene como referentes a los hermanos Cardozo.
Muchos de los comentarios referían a una postura neutral asumida por la murga en tiempos de una crisis del progresismo en la región y el ascenso de gobiernos de derecha. La exigencia de una implicancia más explícita en su discurso es lo que los/as twitteros/as reclamaban en sus correspondientes cuentas.
Por otro lado, y sobre el mismo bloque del espectáculo, fue cuestionado la metodología sobre la cual el conjunto sustentó tal cuplé.
El abordaje de Agárrate Catalina matizó considerablemente la importancia del fundamento ideológico en el ser humano asumiendo que es la justificación de una hipotética grieta en el país.
El termino grieta -heredado del periodismo político argentino– no sé si es tan aplicable en Uruguay. Supongamos que sí. Cabría preguntarse si emerge simplemente de embanderarse a una ideología, o por defender ideas que surgen del más puro convencimiento.
Seguramente yace en la intolerancia latente en la sociedad, de las falacias que rodean a las noticias y a los medios de comunicación, como también, de políticos elocuentes, que con discursos reduccionistas intentan seducir factibles votantes desde un aspecto mucho más emocional que racional.
En general, lo expresado por la murga es veraz. En esa división escénica y descriptiva entre proletarios y burgueses hay un tinte de realidad y de pensamientos ocultos sometidos por el usual círculo de pertenencia en el que se convive que también son parte de la sociedad uruguaya.
Opino que la murga flaqueó en emitir conceptos donde afirma que debemos desligarnos de la ideología. Desde lo más teórico a lo más pragmático el motor de cambio –para bien o para mal- es la ideología. Por otro lado, en momentos donde la democracia parece estar rodeada de gobernantes entregados a la gestión, emitir un mensaje de desarraigo- sobre doctrinas o ideologías es un error.
Por otro lado, percibo que la murga postuló un discurso acertado en la lectura de la realidad. Principalmente en el broche del cuplé cuando identifican los secretos que muchos/as progresistas y conservadores/as silencian por el rotulo ideológico que dicen llevar.
La murga ataca contra las verdades absolutas sustentadas en una doctrina que impiden el espacio de transformación, de cambio, impulsados por el dialogo. A mi entender, ese es el mensaje que intenta dejar Agárrate Catalina.