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Matías Bravo: radiografía murguera a una de las voces más disfrutables del carnaval

Por Nicolás Oroño Rodríguez

El carnaval siempre merodeó por los pasillos de su casa desde que era un niño, y la influencia de una familia tan carnavalera terminó pesando para que aquel gurí que apenas cantaba en su hogar y se dejaba llevar por la timidez, hoy sea una de las voces más disfrutables de nuestra máxima fiesta popular. El destino le tenía un montón de experiencias guardadas, que ha ido transitando en 14 años ininterrumpidos entre Carnaval de las Promesas, el Encuentro de Murga Joven y el Concurso Oficial del Carnaval. Han ido variando las personas que lo han rodeado, y los espectáculos de los que ha tenido la posibilidad de ser parte. Pero lo que aun permanece en él es ese disfrute por el simple y majestuoso hecho de cantar dando vida a un género artístico que ama. Matías Bravo abrió las puertas de su casa, y cedió una hora de su día para mate mediante, charlar sobre el camino que viene recorriendo desde mucho antes de subirse a un escenario por primera vez.

¿CUÁL FUE TU PRIMER CONTACTO CON EL CARNAVAL?

“Obviamente que ir al tablado con mis viejos. En mi familia nadie cantaba, ni nadie salía en carnaval. Pero era la típica casa en la que en febrero de lo único que se podía hablar era de carnaval. Sigue sucediendo hasta hoy. Mi viejo es insoportable (risas). No habla de otra cosa durante febrero, y en el resto del año siempre habla de fútbol. Es el uruguayo ideal, pero que no toma mate, así que es raro. Pero siempre éramos de ir al tablado. Mi viejo siempre me dice: “A vos te salvó el Pinocho Sosa”, porque un día estaba en el Defensor Sporting, y me perdí. Pinocho vio que estaba perdido y me llevó con mis padres, así que gracias a Pinocho Sosa estoy acá dando  esta nota (risas). También éramos de ir al Primero de Mayo, y un poco más de grande arranqué a ir solo al Monumental de Tres Cruces. Hay pila de anécdotas de cuando pasábamos yendo al tablado. Me acuerdo que siendo chiquito una vez un integrante de Antimurga BCG me regaló una mandarina al bajarse del escenario, y también me puso su sombrero. Yo no entendía mucho. Le hablé a mi madre y le pregunté si me podía comer la mandarina, y me dijo que sí (risas).

¿QUÉ MURGA FUE LA PRIMERA QUE TE SEDUJO?

“Creo que por herencia de mi hermano, que también es muy carnavalero, la primera murga que me sedujo fue Contrafarsa. Aparte mi hermano tenía todos los discos. Después me empezaron a llamar la atención las murgas de la Unión, por esa fuerza que tienen en el canto. Luego me empezó a gustar todo, porque te das cuenta que Contrafarsa tenía un montón de cosas que estaban mortales, y las murgas de La Teja tienen otro montón de cosas que son maravillosas. De todas podés aprender un poco. Incluso esto que me ha pasado en los últimos años, de ir a un título, y luego a otro, y luego a otro, me parece fantástico. Porque más allá de que conocés gente increíble, podés ver las distintas maneras que tienen los diferentes títulos de armar los espectáculos. Te das cuenta que Patos Cabreros no tiene nada que ver con La Gran Muñeca, y que Falta y Resto no tiene nada que ver con ninguna otra murga que haya integrado. Todo eso me parece muy rico”.

¿CUÁNDO TE PICÓ EL BICHITO DE EMPEZAR A SALIR EN EL CARNAVAL DE LAS PROMESAS?

“El bichito no me picó. Yo cantaba muchísimo en casa pero era muy tímido y vergonzoso. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza participar del Carnaval de las Promesas. Mi hermana ya había participado sí, y además estaba haciendo Murga Joven. En Promesas ella estaba saliendo en murga La Susodicha. Faltaban gurises, y medio que me impuso la idea de salir. No me quedó otra opción que sumarme. Ese era el último año de ella en Promesas, y yo seguí como por 4 años más en esa murga. La Susodicha tenía un matrimonio atrás que era el que coordinaba todo, y era una murga rodeada de gente muy generosa y cariñosa. Tenían la cabeza esa de “sacamos la murga para que los gurises no estén en otras cosas”. Quizás la murga tenía ciertas falencias en lo artístico, porque no era que nos cantábamos todo, pero había un laburo social muy lindo. Y desde ese momento todos los años he hecho murga. Hoy tengo 26 años. Estamos hablando que han sido 14 años de aprendizaje, de un montón de experiencias, que si no las hubiera vivido hoy sin dudas sería distinto”.

“YO QUIERO IR PA’ TU MURGA”

“Estando en La Susodicha me pasaba que veía a La Zafada y me encantaba. Hasta que en un momento consigo el teléfono de Carlos (Rügnitz) que es el director responsable de la murga. Lo arranqué a atomizar. Me acuerdo que lo llamaba mucho, y le decía “Yo quiero ir pa’ tu murga”. Incluso había avisado en La Susodicha que quería ir para La Zafada, y que iba a hacer todo lo posible para conseguirlo. Arranqué a llamar a Carlos en abril, y la murga empezaba a ensayar más o menos en agosto. Así que imagínate la cantidad de veces que lo llamé. Él me decía “todavía no arrancamos, y no sabemos cuándo vamos a arrancar a ensayar, pero vení un día y vemos”. Un día me dijo que vaya y me fui para Colón, que es el barrio desde el que sale la murga. No tenía ni idea de dónde ensayaba la murga. Me acuerdo que me tomé el 526 y se subió Edén (Iturrioz), que trabaja con La Zafada. Pensé “¡Es mi salvación! ¡Me voy con él! (risas). Lo saludé, me presenté y me fui con él. Ligué como un caballo, porque si no capaz que hasta ahora estaba buscando el local de ensayo de la murga. Me acuerdo que en ese momento me dio vergüenza decirle a Edén que me gustaba la Contrafarsa, y nunca se lo dije, para no quedar como un chupamedias. Me encontré con una murga que ensayaba con una dinámica totalmente distinta. Pasa que Edén es un despegado y nos exigìa pero sabía hasta qué punto, siempre sin propasarse- Después el estilo de la murga te puede gustar o no, pero no es casualidad que de ahí salgan tantos gurises cantando tan bien. En todos estos años han salido chiquilines que se han formado en La Zafada y que cantan o tocan que es un disparate. El gran “culpable” de eso es Edén, y además la murga tiene un respaldo por parte del  grupo de padres que es impresionante. Las veces que he ido a ver ensayos me he encontrado con que sigue existiendo ese ambiente familiar y que nada ha cambiado. Cada año aparecen 3 o 4 chiquitos que son unas bestias cantando. Y ahí te preguntás “¿De dónde salen?”. La Zafada me ha regalado muchas amistades que son divinas. Recuerdo que cuando se incendió mi casa toda la murga fue a darnos una mano. Son cosas de las que no te olvidás más”.

¿CÓMO SE DA TU LLEGADA A FALTA Y RESTO Y CÓMO VISITE LA EXPERIENCIA DE SALIR EN LA MURGA?

“Diego Bueno vio un video del ensayo de La Zafada que había grabado su madre, y al verme le preguntó quién era yo. Él salía en Falta y Resto y justo faltaba alguien en la murga para hacer unas giras. Yo jamás había hablado con Diego, no teníamos trato en ese momento. Fue un cambio tremendo porque había arrancado a ensayar con La Zafada para el Carnaval de las Promesas, y al mismo tiempo ensayaba con Falta y Resto. Estando en La Falta no tenía idea de nada, y no tomaba la dimensión de lo que me estaba pasando. Me acuerdo que aprendí mucho, porque La Falta me hizo enfrentarme a un montón de cosas. De repente por un motivo puntual, alguien que cantaba en tal parte no podía cantar, y ahí me decía que yo me encargara de eso. Y esas cosas llegaban a suceder minutos antes de actuar, por más que no habías ensayado la parte que estabas a punto de hacer. La experiencia de tener que resolver en un rato algo que podrías haber ensayado con tiempo te da mucha adrenalina. También en la murga aprendí que el errarle en escena tampoco es tan malo, porque solo no se equivoca el que no hace nada. Tuve que cantar canciones solo, algo que en Promesas nunca me había pasado. Aparte se trataba de un título con peso. De repente me encontraba cantando en otro país, para mucho público. Me acuerdo que en  Argentina era tremendo porque la Falta sigue siendo un fenómeno. Tengo un cariño gigantesco hacia la murga. Entré con 17 años y arranqué a salir del país con la murga, porque jamás había ido al exterior. Me acuerdo que mis viejos antes del primer viaje me fueron a despedir al puerto y gritaban cosas como “Cuiden al nene” (risas). Hice muchos kilómetros con la murga y canté cosas que unos años antes me ponía a escuchar en casa habiendo los deberes del liceo. Al principio el compañero que me llevaba menos edad, me llevaba 10 años. Después entró Leandro (Castro), que es más cercano a mí en edad. El grupo me cuidó mucho. Cuando compartís muchísimos momentos con un grupo, se dan relaciones muy cercanas. Hubo giras en las que convivimos durante más de 20 días. Las giras largas eran muy cansadoras, a veces a los 10 días ya te querías volver. Si el grupo no hubiera sido tan fuerte, capaz que esos momentos eran complicados. Uno de los años que más disfruté con la murga fue el 2015, porque varios ex compañeros de La Zafada se sumaron a La Falta. Entonces te encontrabas en tremenda murga, y encima compartiendo con tus amigos. Además me encantó cómo se encaró el espectáculo ese año, y convivimos ese Carnaval con mucha alegría. Se armó una barra con una mezcla de edades que estaba buenísima. Lo disfrutamos el doble porque en ese año no salieron Raúl (Castro), y el mono (Orlando Da Costa), entonces la responsabilidad era mayor. Cada noche después de las actuaciones en el Teatro de Verano por el concurso, aquello era una fiesta. Fue una experiencia hermosa haber pasado por Falta y Resto”.

LA EXPERIENCIA DE SALIR EN DON TIMOTEO

“En el momento no tomé conciencia de lo que estaba pasando. Capaz que ahora me doy cuenta un poco más. Me iba de La Falta luego de muchos años, y salir de esa zona de confort me daba un poco de miedo. Conocía a muchos compañeros en Don Timoteo, pero solo había salido con Gonzalo Imbert en la murga joven “Che Papusa”. Conocí gente en Timoteo con la que somos como hermanos, y cada vez que nos encontramos nos ponemos al día como dos viejas chusmas, nos extrañamos, y nos decimos que queremos salir juntos de nuevo. Eso es lo bueno que tiene ir saliendo en distintos lugares, porque conocés un montón de gente que te enseña pila. Para ese espectáculo hubo aportes de casi todos los compañeros. Todo el grupo manifestaba su postura frente a lo que se proponía, y eso estaba mortal. Estuvo bueno ver cómo los tipos le dieron un engranaje al espectáculo. Una vez que aparecían los enganches, lo que cantabas tomaba mayor sentido. Te dabas cuenta que todo tenía un que ver. Hubo un laburo importante desde lo escénico con el Pinocho (Pablo Routin), porque no eras un hombre disfrazado de mujer, si no que tenías que ser mujer. En un momento me costó entrar en el personaje porque además estaba acostumbrado a que en Falta y Resto no se trabajaba casi nada la puesta en escena. Hoy por hoy, a raíz de haber estado en Timoteo entiendo el valor y la importancia que tiene la puesta. Me acuerdo que el Pinocho me dijo una vez: “No te salía, en un momento te salió y no volviste más a ser Matías. Para mí que ahora hasta estás yendo al supermercado en personaje”. El armado de ese espectáculo fue un proceso recontra lindo. Además fue el primer año que estaba en una murga que apuntaba mucho al concurso. También nos fue re bien en el concurso y eso le dio como un plus. Fue divino compartir un Carnaval con ese grupo. Por suerte este año varios volvimos a salir juntos en La Gran Muñeca”.

“FUE TREMENDO CAMBIO LLEGAR A LOS PATOS”

“A Patos Cabreros me arrimó Riquelme (Álvaro Denino). Lo adoro, es tremendo murguista con una garganta de fierro. Me encontré en una murga con un estilo completamente distinto. Además el grupo era diferente, ya que solo había salido con Riquelme. Capaz que la murga tenía un mecanismo de laburo que no comparto tanto. No digo que sea mejor o peor, pero era distinto y yo hubiese preferido otro sistema. Fue un año precioso. Se armó unas barra tremenda y con gente de ese año siempre surge la típica conversación esa de “hay que verse más seguido”. Fue tremendo cambio llegar a los Patos hasta en el momento de cantar. Los arreglos corales eran totalmente distintos a los de Timoteo. Un montón de cosas que sucedieron en el proceso de ese año, se superaron porque el grupo era muy fuerte. He ligado muy bien con los grupos, y siempre he salido con buena gente”.

¿CÓMO TE SENTÍS HOY INTEGRANDO LA GRAN MUÑECA, Y CÓMO VIVISTE ESTE CARNAVAL 2019?

“La Gran Muñeca es una murga preciosa, en la que es muy lindo salir. Ni dudé en irme para La Muñeca también por el cuadro que se había armado en el que tengo muchos amigos. Este año tuve varios asuntos personales que atender y la murga siempre me bancó la cabeza. Siento que en otro lugar no habrían tenido ese gesto conmigo. Este año falté muchísimo a los ensayos por asuntos importantes, cosa que no me había pasado nunca, porque me pone nervioso faltar, y la murga nunca me reprochó nada. Se labura muchísimo. El Pistola (Mega) es un tipo que todo el tiempo está trabajando para la murga. Son las 8 De la mañana y te llegan mensajes de él mandándote audios de los ensayos para que no te pierdas nada. Después el resultado te puede gustar o no, pero se trabaja mucho. Hay mucha cosa que se hace a pulmón también. E vive un ambiente familiar en la murga y hay un sentido de pertenencia muy grande. Es una murga que tiene tremenda hinchada, e incluso hay gente que se ha tatuado cosas de La Gran Muñeca. Está divino formar parte de la murga. Pasamos un carnaval precioso”.

¿HAY ALGO QUE ESTÉ PENDIENTE EN TU CARRERA ARTÍSTICA?

“No tengo ni idea. Seguramente lo voy a ir viendo. Capaz que en algún momento arme un proyecto solista con un grupo. Creo que hay un montón de cosas que me restan aprender para encarar eso, porque no solo se trata de cantar bien. Formando parte de la banda de El Alemán me di cuenta de que hay un montón de cosas detrás de lo que simplemente se ve en escena. Por ahora es todo muy incierto, pero seguro dentro de un tiempo tenga más claro qué quiero hacer”.

GRACIAS AL CARNAVAL YO…

“Gracias al carnaval yo soy este Matías. Hay muchas cosas de mi personalidad que se las debo a las experiencias que he vivido en Carnaval. Sin el Carnaval hubiera sido otra persona totalmente diferente. Tendría otra manera de vivir y relacionarme. Seguramente no estaría dando notas. Igual me siguen dando un poco de pudor, pero voy mejorando (risas)”.