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Pinocho Routin y un camino de tres décadas portando la pasión de crear

Por Nicolás Oroño Rodríguez

Desde el momento en el que lo ves y te saluda te das cuenta que estás parado frente a un tipo que ama lo que hace. Esa sensación se acrecienta cuando lo escuchás hablar y lo mirás a los ojos. Podés darte cuenta de la pasión que desprenden sus palabras en cada cosa que cuenta con un dejo nostálgico pero siempre risueño. Su perspectiva es siempre la de mirar hacia adelante porque le encantan los desafíos artísticos. Durante la entrevista se jacta de aún no estar en “desuso” pese a ser ya un “veterano”. Seguramente eso se deba a la inquietud que siempre ha aflorado en él, aquella que lo impulsó a experimentar continuamente cosas nuevas y no parar de aprender. Reconoce que hoy por hoy no está “como para salir en carnaval todos los años”, pero sin embargo se le hace muy difícil bajarse del tren, por lo que siempre está vinculado de alguna manera u otra con nuestra máxima fiesta popular. Es que Pablo Pinocho Routin pertenece al Carnaval, y es historia viva de nuestras carnestolendas, por lo que cualquier charla con él es simplemente disfrutable.

¿CUÁLES SON TUS PRIMEROS RECUERDOS VINCULADOS AL CARNAVAL?

Mi primera imagen del carnaval es de muy niño en el tablado del Layva, cerca de Julio César y Rivera. Vivía por esa zona e iba a ese tablado desde que tengo recuerdos. Disfrutaba mucho y sentía mucha conmoción cuando actuaba una murga. Me emocionaba mucho ver a la murga entrar al tablado, y luego ver cómo un murguista salía de la cuerda, se iba a cambiar y aparecía el personaje. Prestaba mucha atención a esos movimientos. La murga es un género que me ha acompañado toda mi vida. Me encantaban los corsos barriales. Recuerdo que mi madre me llevaba y me disfrazaba. Los disfraces que me hacía eran impresionantes. Tengo un montón de recuerdos de la tardecita, mientras se iba armando el corso, y también del desfile en 18 de Julio. Siempre me encantó todo el folklore de carnaval. También iba mucho al tablado del Miramar que estaba por la calle Rivera frente a la plazoleta Viera. Te estoy hablando del año 1971, más o menos. A pesar de que esa era una época muy oscura, la viví disfrutando el carnaval”.

“CON LA MURGA ME PASABA ALGO ESPECIAL”

“No recuerdo parodistas en aquella época, pero sí humoristas que me gustaban. Pero con la murga me pasaba algo especial. Era algo que me llegaba de una manera diferente. Después de esa época de la que te hablé, me fui a vivir a Playa Pascual con mi familia, y seguía viniendo al tablado en Montevideo pero era más intermitente. En 1981 escuché una presentación de Falta y Resto que decía “Trueno de voces que al vibrar/ relampagueando en el azul /hiriente rayo que al caer…” La voz del Canario Luna, ahí se dio todo el empuje del canto popular y la murga tenía como un auge muy importante. Yo tenía 17 o 18 años y ahí fue cuando se dio la posibilidad de salir por primera vez en una murga que se llamaba La Justa. Era una murga nueva y casi todos debutábamos en Carnaval. Fui a los primeros ensayos en los que estaban probando gente. Yo iba a ensayar desde Playa Pascual y el local de ensayo me quedaba muy lejos, así que hacía 2 horas de viaje a la ida y otras 2 horas a la vuelta. Luego ya me vine a vivir a Montevideo y la historia empezó a ser diferente”.

SU LLEGADA A FALTA Y RESTO

“La experiencia fue divina. Había una barra hermosa. Yo no acostumbraba salir mucho de Playa Pascual, entonces Montevideo para mí era como otro mundo. A partir de ahí se empezaron a abrir otras puertas y vínculos. Un día recibí un llamado para ir a ensayar a Falta y Resto, a través de mi amigo Daniel Radío. La generosidad enorme de Julio Julián me abrió las puertas. Roberto García para mí ha sido el murguista más grande que ha tenido el Carnaval, y el más completo que he visto. Fue como un padre artístico, no porque él se lo haya propuesto, sino porque yo lo miraba mucho, intentaba imitarlo. Salir con él era cumplir un sueño. Era como estar al lado de Al Pacino (risas). En el camino he tenido mucha suerte. Lo que sí me reconozco es la constancia, el amor y la dedicación hacia lo que hago. Pero después tenés que tener suerte. Porque las probabilidades de que un gurí que trabajaba en una agropecuaria de Playa Pascual, hiciera su vida a través del canto eran muy remotas”.

“NO SALGO EXCLUSIVAMENTE PARA CONCURSAR”

En 1988 empezó a sonar en la calle que Falta y Resto podía ganar. La verdad que haber ganado en aquel momento fue algo muy hermoso, porque la Falta era una bandera política importante. En 1989 lo logramos de nuevo. Pero el concurso no es lo que me motiva. Si bien cuando concursás querés que la murga que integrás brinde el mejor espectáculo posible, no salgo exclusivamente para concursar”.

¿EN ESE MOMENTO YA ESCRIBÍAS ESPECTÁCULOS?

“Sí. Ya escribía cosas desde antes de sumarme a Curtidores de Hongos, porque había tenido la oportunidad de formar parte del grupo creativo de Falta y Resto, escribía pero no lo mostraba. Tuve la suerte de trabajar al lado de un letrista como Raúl Castro que era maravilloso. Recuerdo que al cuplé del Pepe Revolución lo escribió en 48 horas. El Choncho (Jorge) Lazaroff le preguntó “¿Qué pasa con la revolución?”, y al irse para la casa lo empezó a escribir, y salió esa joya, de punta a punta sin tachar una palabra. A los dos días llegó con la letra y le dijo al Choncho: “Ahora le falta la música”.

PRIMER PARATE Y LA EXPERIENCIA DE SALIR EN CURTIDORES DE HONGOS

«Luego de mi paso por Falta y Resto estuve unos años sin salir en Carnaval, desde 1990 hasta 1992, porque estaba con ganas de parar. En ese momento integraba la banda de Jaime (Roos), y durante esos carnavales presentábamos el show en algunos tablados, ya que en ese momento se podía. Entonces siempre me mantuve vinculado al Carnaval pese a que no salí. Cantábamos en tablados como El Jardín de la Mutual y el Albatros. En esos años se armó una murga en Playa Pascual que se llamó Murgardel, y llegó a concursar en los carnavales del interior. Yo escribí sus primeros espectáculos y empecé a foguearme en la tarea, pese a que nunca terminás de aprender a escribir. Es una tarea inexplicable, da mucho placer pero también es muy dura. En un principio era un letrista muy conceptuoso, y luego me empecé a llevar mejor con el humor. Ahora creo que he encontrado un equilibrio entre lo conceptual y lo humorístico. Al sumarme a Curtidores, me encargué de los libretos desde 1993 hasta 1997. Algunos espectáculos tuvieron más repercusión que otros. En 1996 y 1997 me desbarranqué, y con Benjamín Medina que es un amigazo, tuvimos ganas de escribir cosas nuevas que un poco se salieran de lo común. Curtidores de Hongos fue una de las primeras murgas que presentaba un espectáculo temático, en diferentes bloques. Con esto no quiero decir que nadie lo haya hecho antes, pero no recuerdo que muchas murgas plantearan sus espectáculos de esa forma durante esa época. Cuando era niño recuerdo que en los espectáculos murgueros cada parte era un mundo en sí misma”.

“DISFRUTAR DEL PROCESO”

“Un artista muy importante dentro de esos años de Curtidores de Hongos fue Benjamín Medina. Él era el que le ponía un pienso a los arreglos y a la musicalidad. Además el hecho de que se sumara a una mujer a un coro murguero integrado por hombres no era muy común en esa época, y Gabriela Gómez salió con nosotros. Todos esos cambios fueron impulsados por Benjamín, que es un artista muy talentoso y tremendo músico. Salían murguistas como Freddy Bessio, Andrés Litjmaer, Ronald Arismendi y Enrique Rivero. Además en algunos años estuvo Héctor Manuel Vidal, director de la Comedia Nacional, y me enseñó mucho a escribir. También hubo unos años en los que Luis Trochón hizo la puesta en escena, ambos fueron mis maestros. Siempre trabajé con un equipo, desde el punto de vista técnico en el que yo me sentía muy sostenido. Ahí empezás a entender que lo importante es disfrutar del proceso y trabajar un espectáculo con el objetivo de que la gente lo disfrute. Ahora soy muy cuidadoso, antes de ir a algún lado, veo cuál es la gente que va a estar trabajando, y si voy a poder trabajar cómodo”.

¿CÓMO VIVISTE TUS AÑOS EN LA REINA DE LA TEJA?

“Haber salido en La Reina de la Teja fue una experiencia preciosa, porque se trata de un murgón. Agradezco a la vida haberme puesto esa camiseta, y salir con murguistas como José Morgade. Salí tres años en la murga y es impresionante lo que significa para el barrio de La Teja. Me fui a fuerza de voluntad, porque es difícil irse de La Reina. En uno de esos años me iba del club luego de una noche de fallos, y una vecina antes de que me fuera me abrazó y me dijo “No te vayas a ir de La Reina”. Y así fue. No me pude ir. Cuando me fui de la murga se lo comuniqué a Morgade en su casa, pero te diría que me fui lagrimeando”.

“VIVÍ AÑOS MARAVILLOSOS CON A CONTRAMANO”

“A Contramano es la murga en la que más años salí. Cuando llegué me encontré con una murga que estaba en pleno crecimiento con gente muy talentosa, y un grupo humano divino. Viví años maravillosos con A Contramano y ahí salí con intermitencia, hasta el Carnaval de 2012. Era una murga que tenía un perfil muy interesante que estaba en una búsqueda permanente de caminos nuevos. Eso siempre me resultó atractivo. En 2009, cuando A Contramano ganó, mucha gente dijo que habíamos perdido la esencia. Nosotros lo que hicimos ahí fue aprovechar la potencialidad de Diego Bello, había que ponerlo en un lugar artístico de privilegio. Ese año desde los ensayos sentí que se estaba armando un espectáculo muy lindo, y finalmente así fue. Haber formado parte de esos años con la murga fue una emoción muy grande. En 2010 sabíamos que el espectáculo se iba a llamar “Problemas tenemos todos”, pero no teníamos a los personajes. Hasta que una noche Diego Bello dijo “¿Y si hacemos a dos milicos de la chacra de Mujica?”, y no podía creer lo que estaba escuchando. Por un lado sentía terror, pero por otro pensé: “Este tipo es un genio”. Aparecieron los nombres de los personajes, Fagúndez y Fernández, y terminamos disfrutando de un año hermoso”.

LUEGO DEJASTE DE SALIR, PERO NO SOLTASTE LA CUERDA…

“Me fui de A Contramano porque sentí que había cumplido un ciclo. No iba a ir a ninguna parte y recibí una llamada del Chino Recoba para salir en Asaltantes. Pero yo ya había resuelto no salir porque no estaba preparado para cruzarme con A Contramano en algún tablado, porque sentía mucho respeto y afecto por la murga. Entonces acepté escribir en Asaltantes porque había una barra divina para trabajar. Escribí para los espectáculos de 2013 y 2014”.

“DE LOS MEJORES CARNAVALES DE MI VIDA”

«En 2017 decidí volver a salir en Carnaval a raíz de una llamada de Pitufo (Edú) Lombardo, me dijo “¡Es ahora o nunca!”. Él ya me había invitado a salir en La Matineé 2004 y en Asaltantes 2007, pero en ambas oportunidades le había dicho que “no”. Debo ser la única persona que se negó a salir en Carnaval con Pitufo Lombardo 2 veces (risas), el mejor director de la historia. En ese grupo de Don Timoteo estaba Ronald Arismendi, otro hermano, además Marcelo Pallarés que es tremendo murguista, y un tipo con mucha experiencia y claridad, y Marcel Keoroglián por quien siento una admiración enorme. Además había una barra preciosa también. Todo eso sumado a la presencia de Paula Villalba a quien también admiro, y la calidad humana del Chino Recoba, Rafa Perrone y Susana, su esposa, fue magnífico. El 2017 fue de los mejores carnavales de mi vida junto con aquellos de 1988 y 1989 con La Falta, el de 1994 con Curtidores de Hongos, y los de 1999, 2009 y 2010 con A Contramano. El del 2017 fue un carnaval tan disfrutable que me da temor volver a salir, para no romper el conjuro. Fue una fiesta impresionante desde que empezaron los ensayos hasta que colgamos las pilchas».

¿CÓMO TE LLEGÓ LA OPORTUNIDAD DE TRABAJAR CON DOÑA BASTARDA?

“Me llamó Emiliano Tuala y me dijo que estaban preparando un espectáculo sobre “Los monstruos”, y tenían que trabajar en la creación de los personajes. Me dijo que les gustaba la idea de que pudiera estar en el proceso de creación. Le pregunté qué murga era y me dijo “Doña Bastarda”. Le dije que iba para un ensayo y veía un poco. Me acuerdo que llegué al Club Congreso, empezaron a cantar, me paré y les dije “¿Cuándo arrancamos?”. Me gustó todo, el ambiente, la gurisada que había, la musicalidad y los arreglos de Camilo (Abellá). Ahí hay una dupla creativa a la cual le tengo un gran respeto, Emiliano Tuala y Camilo Abellá. Ambos escriben muy bien. Trabajar con gente de otras generaciones es una gran alegría. Uno cuando se pone veterano se alegra por esas cosas, porque cuando la juventud te llama te sentís vivo, y pensás “No estoy en desuso todavía”.

GRACIAS AL CARNAVAL YO…

“En gran parte gracias al carnaval yo soy quien soy como ser humano. El carnaval me ha enseñado muchas cosas. Yo siempre digo que la murga va más allá del tablado. Bueno, de hecho pensando esto, nació la obra Murga Madre, tratando de contar lo que pasa abajo del escenario. Cometí muchos errores estando en grupo, y he aprendido mucho a convivir colectivamente. He descubierto tanto mis partes buenas, como también las más oscuras. Uno no pude dar marcha atrás y deshacer la madeja. Si mirás la historia del Carnaval te das cuenta que hay muchos grupos que se van rompiendo, porque no se sostienen desde lo humano. Somos un bicho de mucho cuidado. Salir en una murga, no es solamente cantar con otros, trae consigo esos movimientos humanos y el hecho de aprender a vincularte con el otro. De la misma forma que tenés que empastar en la cuerda, tenés que empastar en la vida. Es un “salgo, canto y convivo”. Cuando estás cantando en la cuerda tratás de no tener más volumen que tus compañeros para que la cuerda suene con los colores de todos los timbres, porque ahí está la riqueza. Y eso puede trasladarse directamente a la vida. Porque abajo del escenario tampoco tenés que estar adelante de nadie, y tenés que tener la capacidad de escuchar a los que están al lado y nutrirte de ellos. Yo pertenezco al carnaval, y digo con orgullo que soy murguista. Si me preguntás hubiese querido cometer menos errores en el camino. Cuando hablo de errores, hablo de egoísmo, falta de escucha, ser a veces muy porfiado, y dejar que el ego me ganara en algunos momentos. Pero la murga me ha puesto un espejo en ese sentido y me ha hecho crecer como ser humano. Además me ha permitido desplegar todo lo bueno que puedo brindarle”.