Por Facundo de León
Foto: Agostina Vilardo
Con un espectáculo que invita a reflexionar en todo momento y exige de una atención constante para su total comprensión, La Mojigata hizo su segunda presentación en el Teatro de Verano, en marco del Concurso Oficial de carnaval.
Calle Febrero dialogó con Ignacio Alonso, fundador y director responsable – junto a otros/as compañeros/as del conjunto- sobre la concepción del espectáculo, las formas utilizadas por el colectivo para comunicar y ciertas etiquetas que rodean a la murga por el tipo de obras que plasman en cada oportunidad que deciden salir en carnaval.
– La Mojigata es una murga que, usualmente, es catalogada por tener un discurso hermético y poco universal en una fiesta popular. ¿Cómo convive el colectivo con eso?
– Tratamos que lo que hacemos se entienda, porque es un espectáculo para comunicar. El mismo tiene muchas aristas, entonces tratamos de que sea un espectáculo lo mas directo posible con los recursos que tiene el género. Capaz que algún año quedó un poco mas hermético y alguna gente lo disfrutaba mas y otra menos, pero nunca fue nuestra intención que no se entiendan los espectáculos. Nunca paso por ahí y no tendría sentido alguno decir algo que no se entienda.
A veces pasa que hay determinados códigos que determinada gente disfruta mas y otros que la gente disfruta menos. A veces esa gente es mayoría y parece que la cosa no se entiende y a veces es minoría. Creo que de los últimos espectáculos nosotros hemos aprendido a trabajar que se entiendan mucho mas y sean mucho mas claros. Tiene que ver mas con las formas de hacerlos: me parece que el carnaval, mas que el contenido, es la forma, y creo que la forma tiene que ser entendible.
– Esas formas que quizás a veces La Mojigata no respeta, ¿son el justificativo para elaborar ese tipo de preconceptos alrededor de conjuntos que establecen espectáculos que exceden la media esperada?
-Bueno, sí. Yo creo que el tema de las formas es importante. Nosotros nos divertimos mucho rompiendo con las formas. Eso hace que a veces involucre a un grupo de conjuntos minoritario, pero en realidad tampoco es la idea, tendemos a jugar con las formas y ver un poco que es lo que sucede con eso.
– Sobre las formas y recursos para comunicar, ¿es la ironía el principal recurso para criticar o para hacer reír?
– No lo sé, en realidad. La ironía es una herramienta, pero no es la única, ni si es la principal. Hay cuestiones directas de lenguaje, músicas y un montón de cosas que pasan y utilizamos. Tal vez, la ironía se destaca más porque queda mas prendida en quien lo ve.
– ¿La murga visualiza un fenómeno de despojo o descompromiso político en la gente?
– Si, en realidad no es que lo visualicemos, sino que, es más una hipótesis, por llamarla de alguna manera. Lo que cuestionamos es esa tendencia en la gente a pensar que la política es mala. Creo que mucha gente suele suponer eso y que la política es un lugar que no nos pertenece. Ahí es en donde se para el espectáculo para decir y también en los políticos que tienen discursos apolíticos.
– Hablan de la felicidad, que en ocasiones está justificada o sumergida en la ignorancia o carencia empática de conocer lo coyuntural de nuestra vida. ¿A que atribuyen esa ignorancia que nos rodea?
– No sé, en realidad, a qué se debe. Creo que puede ser por cansancio de la gente, que trata de encontrar la felicidad en cosas más banales. También tratamos de especificarlo al discurso que dan los medios sobre la felicidad y cuando hablamos de medios no nos referimos sólo a los medios de comunicación tradicionales, sino también a los libros, o las publicidades y también muchas veces a nosotros mismos, que frente a cualquier situación positiva, decimos estar felices. Es decir, también que no sabemos dónde está la felicidad porque, de alguna manera u otra, es un concepto político.
– La murga, en un pasaje del espectáculo, establece que para construir un solo Uruguay hay que abrazarse con quien estamos más alejados políticamente. Siguiendo esta lógica, ¿con quién se abrazaría La Mojigata?
-Es una buena pregunta. Creo que nos podemos abrazar a todo el mundo, siempre y cuando podamos dialogar y decir las cosas que nosotros/as tenemos para decir. Si del otro lado hay una necedad o hay una subestimación hacia nosotros/as y cuestiones emparentadas a la violencia, ahí no te podés abrazar con nadie, pero, si la cuestión es con respeto y quien sea nos deje decirle lo que pensamos, podemos abrazarnos con quien sea.