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«¡Flaco, hacela que está sensacional!»: la increíble anécdota del nuevo jefe de policía, Erode Ruiz, cuando animó a La Falta a eludir la censura de la despedida «Al Ayuí»

El siguiente extracto integra el libro «Cien Veces Murga», autoría de Guzmán Ramos y Fabián Cardozo, donde Raúl Castro da cuenta de cómo Erode Ruiz, recientemente designado como nuevo jefe de Policía del gobierno entrante, animó a Raúl Castro a cantar la despedida «Al Ayuí» (1984) en el Teatro de Verano. Dicho fragmento había querido ser censurado por los militares de la época, a la salida de la dictadura.

Cuenta Raúl Castro

“MURGA LA” Y LA DESPEDIDA “AL AYUÍ”, LA “PRUEBA FEHACIENTE” DEL FINAL DE LA DICTADURA

Al año siguiente, en 1984, la cosa fue parecida, pero esta vez con la despedida “Al Ayuí”.
Por reglamento, no se podía nombrar a Artigas, pero todo el tiempo lo aludíamos indirectamente, por lo que representan su
revolución y figura en el imaginario uruguayo.
El texto había pasado la censura, pero la cosa se empezó a pudrir cuando los militares la vieron arriba del tablado, con toda
la gestualidad, las banderas y lo que generó en la gente.
Una noche estábamos actuando en el tablado del Sisley cuando cayó la policía a buscarme para ir al Teatro de Verano, donde me estaba esperando el coronel Aguirre, un milico importante, que cortaba el bacalao con las prohibiciones.
Ni bien llegué me dijo que eso no lo podíamos cantar, pero yo le respondí que estaba autorizado por ellos mismos.
Ante esa respuesta, el hombre, que ya tenía bien asumido el oficio y que veía que la dictadura no tenía vuelta, optó por un
final más práctico: dijo que si la sacábamos, ganábamos el primer premio.
Lo escuché en silencio y le pedí un día para conversarlo con los murguistas, aduciendo que éramos una cooperativa.
Ni bien subí a la bañadera, lo plantee y no hubo una sola voz discordante: todos dijimos que había que cantarla sin vacilaciones al otro día, que era cuando nos tocaba concursar en la segunda rueda del Teatro de Verano.
Esa noche, antes de salir para el Collazo, fuimos a avisarle a Germán Araújo, en CX 30, que la mano venía espesa y que nos
podía pasar algo.
“Flaco, sacala y ganamos”, dijo Germán entre risas, minutos antes de subirnos al escenario.
Cuando llegamos al Teatro otra vez me paró el coronel Aguirre para decirme que, aunque fuera, la cambiáramos de lugar, porque había gente muy enardecida y podía haber problemas.
“Coronel, no lo vamos a hacer. La vamos a cantar entera al final de la actuación. Usted disponga y haga lo que tenga que hacer”, le respondí, sabiendo que el hombre podía hacer cual quier macana, pero con la convicción de que al milico ya no le quedaban fuerzas.
Es más, hasta el comisario Erode Ruiz, a quien los carnavaleros conocíamos y apreciábamos bastante, me llamó a un rincón y me dijo con un guiño cómplice: “Flaco, estos [por los militares] me tienen las pelotas llenas. La despedida está sensacional. ¡Hacela!”.
La cantamos y salimos séptimos, pero la gente no se olvidó nunca más.

“Al Ayuí” fue la despedida de Falta y Resto de 1984, cuyo texto escrito por Raúl Castro exaltaba la épica y valores artiguistas. Parte de la música es inédita y fue autoría del músico Walter Venencio.
El destaque del carácter revolucionario de la gesta, la defensa de los humildes y la representación de los distintos estamentos de la sociedad de aquel entonces tenía una fuerte connotación política que no pasó desapercibida tras más de una década de dictadura.

Fragmento:
Mil, mil ochocientos once,
Elío el español y Buenos Aires
han firmado en octubre el armisticio.
El padre de la patria ha comprendido
y ha decidido abandonar el sitio.
Mil, mil ochocientos once,
esperan ver tu paso los mulatos
para plegarse él sin condiciones.
Vencer o morir libre le has dicho
y el eco de su voz puebla los montes.
En las colinas aguarda el charrúa
para cuidar tu huella valerosa.
Los criollos y los negros te vigilan
guardando tu figura majestuosa.

No existen diferencias entre los orientales
solidarios y unidos que han tendido la mano
Y han dejado sus casas, sus tierras y sus bienes
por amar tus ideas y odiar al tirano.
Nadie con más derecho de decidir destinos
nadie más venerado y amado por su gente
Podrías haber usado la voluntad de miles
que hubiesen respetado tu autoridad imponente.
Sin embargo tu estirpe de manantial sereno
forjó un río de ideas, de honradez y coherencia.
Y nunca decidiste cuestiones de tu pueblo
sin consultar su siempre soberana presencia.

(*) Erode Ruiz fue señalado por varios entrevistados por este libro
como un puente de diálogo entre los carnavaleros y militares en los
años de censura. Varios lo describen como un personaje cercano a los
carnavaleros y con posturas conciliadoras. Durante el tercer gobierno
del Frente Amplio fue designado Jefe de Policía de Maldonado.