Los aplausos insumieron tiempo y obligaron a la murga a bajarse justa de tiempo, aunque ello es una buena señal, dijo a Calle Febrero el director y arreglador coral del grupo.
Foto: Po Colectivo Productor
(Maicor Borges y Fernando Vidal)
La Gran Muñeca hizo su segunda presentación en el Teatro de Verano «Ramón Collazo», con un espectáculo que otra vez fue vibrante y alcanzó una de las máximas notas posibles.
A juicio de su director escénico y arreglador coral, Andrés Toro, la propuesta «explotó» y generó gran comunicación con la platea, en sintonía con las expectativas previas que se planteó el grupo para su vuelta al máximo escenario de Momo.
«Tenemos una alegría total, porque rindió todo. Estamos muertos de felicidad (sic)», dijo Andrés al finalizar la actuación, entre medio de abrazos en el pedregullo.
Para el director, la defensa del primer premio del año pasado está lejos de ser una carga pesada. En el mismo sentido, la posibilidad de repetir tampoco implica una mochila, sino que representa una motivación a la hora de la creación.
«No es una responsabilidad ser campeones. Al contrario, nos pega para arriba porque queremos repetir el espectáculo y que esté a la altura de la gente», consignó el referente de La Gran Muñeca.
Pero más allá de los resultados, el artista se va con una imagen «imborrable» de esta segunda rueda.
Esa sensación se debe a un «ida y vuelta increíble, mucho mejor que en la primera rueda», dijo y tras añadir que los aplausos del público consumieron tiempo y obligaron a la murga a bajarse con el tiempo justo, aunque ello es «una buena señal», sentenció.