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Un comité asesor que piense el próximo carnaval y quince medidas posibles, propone Christian Font para el 2021

En el marco de la crisis sanitaria por el COVID 19, Calle Febrero consultó a una decena de personalidades de distintos ámbitos (artístico, sindical, empresarial, de los medios y de las instituciones), invitándolos a formular una reflexión sobre el carnaval 2021. Un carnaval que, de realizarse, deberá proponer cambios de modo anticipado, para que la realidad no nos tome por sopresa.
En este artículo, el periodista y actor Christian Font traza una mirada amplia y focaliza algunas acciones posibles que permitan al público celebrar la mayor fiesta popular del Uruguay.

Pensemos que este escenario no se declaró en marzo pasado. Imaginemos que el primer caso de COVID y las medidas en consecuencia se toman a pocos meses de empezar carnaval, después de la Prueba de Admisión, por ejemplo.
Históricamente, el carnaval se ha adaptado a nuevas prácticas, por lo general desde un lugar más trivial aunque, en las discusiones, los carnavaleros volvemos todo «crucial» o «importantísimo».
Además, artistas, público y prensa se aferran a situaciones que parece que hubiesen estado desde el principio de los tiempos y tendemos a resistir los cambios. «¿Un micrófono por murguista?»
– «Una locura», decían algunos.
«¿Puesta en escena con niveles, instrumentos «no convencionales» (léase: extra batería)»?: eso no es carnaval- dijeron otros y así con tantas cosas.
Ahora, la eventual realización de la fiesta trae añadida una serie de medidas sanitarias y el desafío de desarticular algunas prácticas que damos por sentadas y que tendremos que modificar.
Sobre las modalidades, bueno, si ya hay autocine y quizá pronto venga el teatro y la música en vivo, podríamos pensar en algún auto-tablado. O moto-o bici tablado, con el audio llegando a través de una frecuencia de radio.
Siguiendo la línea del distanciamiento físico sostenido, procurar que los tablados y el Teatro de Verano aseguren la distancia entre espectadores (o pequeños grupos de espectadores).
Sería ideal que la participación del público también pueda darse virtualmente en caso que, por precaución o confinamiento obligatorio o incluso por motivos económicos, se vean impedidos de concurrir al tablado.
Quizá en conjunto con Antel y las Intendencias se puede realizar una transmisión vía streaming de algunos tablados -en especial los barriales- para que el público que no pueda asistir aún tenga cercanía con su escenario de referencia.
Sobre el escenario habrá que repensar el movimiento escénico (dúos y tríos vocales deberían ser con cada componente cantando desde su lugar, algo que ya es bastante frecuente) y quizá habría que pensar en versiones reducidas de los elencos para algunos tablados que no tienen las dimensiones para asegurar una debida distancia entre integrantes.
Es antipático pensarlo así pero quizá sea una alternativa posible.
La bajada/pasada de los conjuntos por los pasillos de tablado o rumbo al pedregullo del Ramón Collazo tendrá que ser con distancia prudencial de espectadores e hinchada.
Ese intercambio de ADN entre secreciones y sudor del pedregullo o compartir el trago no podrá ser. Primero la salud, después el folclore.
Los conjuntos deberían tener un máximo de actuaciones por noche que garantice que puedan llegar en hora a cada escenario. La razón es simple: después de cada presentación sería de orden limpiar y desinfectar los espacios (escenario o vestuario-camarín para cambiarse) entre actuación y actuación.
Por supuesto, la organización debería proveer a cada mascarillas para componentes, colaboradores y técnicos además de alcohol en gel y garantizar los controles regulares a través de hisopado.
El cuidado de cada quien será el cuidado de sus compañeros y del público en general.
Si tenemos la madurez para aceptarlo, no habría impedimento para que en verano y al aire libre el público pueda disfrutar del espectáculo, presencial o virtualmente.
Respecto al Desfile Inaugural quizá esta coyuntura sea un buen pretexto para cambiarlo definitivamente y convertirlo en un evento atractivo y no en un trámite para dar comienzo al carnaval.
Creo que el carnaval 2021 será distinto pero lo veo posible y resultará una auténtica prueba para que, cada quien desde su lugar, reaccione de forma lúcida y pensando en el bien común (especialmente tomando en cuenta la posibilidad de que los espectáculos lleguen a aquellos barrios cuyos vecinos tienen en el carnaval una de las pocas chances de acceder a un evento cultural a precios populares).
Entre los carnavaleros (no excluyente, desde ya) también hay personas formadas en medicina, ciencias y otras disciplinas que permitan conformar un comité asesor que pueda comenzar cuanto antes a estudiar cada uno de estos aspectos.
Entre la comuna, los Directores Asociados y los trabajadoras y trabajadores de carnaval podrán surgir ideas pero que habrá que cotejar su viabilidad con la academia siguiendo los lineamientos y pautas que dicten las autoridades.
Hasta hace dos meses era impensado estudiar carreras por videoconferencia o incorporar prácticas e implementos como forma de prevención y no exposición al contagio.
Si hemos podido seguir adelante y acostumbrarnos a otra realidad, también podremos hacerlo en función de nuestra fiesta.