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Científicos pronostican un febrero del 2022 aún en pandemia: le bajan el pulgar a los desfiles, pero son optimistas en lograr una solución «a la uruguaya», mezclando innovación, conservadurismo y protocolos

Cobertura: Guzmán Ramos, Agustín Romaniello y Cristian Panzardo

En febrero de 2022 la pandemia aún persistirá en Uruguay «y se estará lejos del caso cero», pero aún así podrán realizarse actividades de carnaval, siguiendo una línea de acción que entremezcle innovación en el marco legal y reglamentario, conservadurismo en las decisiones relativas a la movilidad y exposición de los participantes al virus, y protocolización de todos los eventos, según concluyó ayer un grupo de científicos de alto nivel, convocados por el Sucau para analizar el presente y futuro del covid.
Zaida Arteta, Jacqueline Ponzo, Gonzalo Moratorio y Santiago Mirazo trazaron un pronóstico negativo en relación a la realización de los desfiles de carnaval y llamadas, pero fueron optimistas en cuanto a la realización de otras actividades.
Incluso, sobre los dos desfiles, a los que les bajaron el pulgar en su formato actual, los especialistas entienden que podrían ser reemplazados por actividades descentralizadas, que mantengan su espíritu, pero en un esquema donde todo apunte a la reducción de la movilidad.
Si bien el evento convocado por el Sucau, con el aval y la participación del Pit Cnt, no es vinculante respecto de las conclusiones que allí se adoptaron, sus definiciones parecen imponerse como una hoja de ruta de cara al futuro, teniendo en cuenta la alta representatividad de los participantes. Allí estuvieron la Intendencia, varios actores de gobierno, legisladores, Daecpu, Audeca, Adicapro, empresarios privados, la red de escenarios populares y varios artistas.
Arteta, Ponzo, Moratorio y Mirazo coinciden en que todas las acciones de futuro deberán ir en un marco de reducción de la exposición a riesgos, aunque alertaron que la distancia temporaria con febrero, el mes de las actividades fuertes, hace imposible un vaticinio real.
Es más: los científicos aseguraron que es más fácil predecir el comportamiento del virus en los próximos dos meses que en un futuro más lejano, a pesar de que valoraron positivamente la campaña de vacunación desarrollada por Uruguay, en la que hay más de un 60% de personas con la primera dosis.
La imprevisibilidad de lo que ocurra en febrero determinó otra coincidencia: la que establece que todos los actores del carnaval deban mirar el futuro paso a paso, protocolizando exhaustivamente el conjunto de actividades y con una mentalidad innovadora.
«Hay que ser innovadores y tener todos los protocolos prontos», recomendó Arteta, actual secretaria médica del Sindicato Médico y una de las dos contendientes fuertes para asumir la dirección de ese colectivo.
Entre sus recomendaciones también figuró la realización del carnaval como instrumento de promoción del conocimiento, así como la necesidad de «adaptar nuevas normas acordes a cada momento», dijo.
Entre las medidas innovadoras y claves para poner en marcha la temporada siguiente figura la creación de oficiales de cumplimiento de los protocolos, tanto en los espacios físicos como por parte de las agrupaciones.
Arteta fue concluyente con respecto a los desfiles.
«Las llamadas son poco factibles», subrayó y añadió que las actividades al aire libre no necesariamente están fuera del riesgo de generar brotes. Sobre este punto, la especialista consignó que los eventuales contagios, a cielo abierto, dependen de si la exposición «es durante mucho o poco rato (así como de) las distancias y de la duración de los eventos».
Por tal motivo, expresó que dentro de la consigna de «repensar todo» también debe incluirse la posibilidad de «generar espectáculos con menor cantidad de personas», fundamentó.
El pulgar hacia abajo en los desfiles también fue opinión del representante del Instituto Pasteur, Gonzalo Moratorio.
«Veo más compleja la realización de los desfiles», dijo el especialista, aunque se mostró optimista sobre la realización de otras actividades carnavalescas, tomando como base la experiencia de los países que están más adelantados en la pandemia, como los europeos, a los que consideró «un laboratorio».
Moratorio valoró como «posible» la realización de un «carnaval diferente, considerando audiencias inmunizadas a través de la vacunación, aforos reducidos y protocolos cumplidos».
También se mostró proclive a utilizar «parte de los aspectos positivos de los pases verdes», analizó, tras poner énfasis en las posibilidades de desarrollar actividades en los «tablados más grandes».
Uno de los pocos temas que no generó coincidencias fue el de los pasos verdes, también llamados pases responsables, que enlazan dispositivos digitales, a través de los cuales el público acredita estar vacunado o poseer un test negativo realizado con pocas horas de antelación.
Sobre este punto, el virólogo Santiago Mirazo, de la Facultad de Ciencias de la UdelaR dio cuenta de la poca practicidad y de las dificultades acerca de los costos, la validación y la operatividad.
Mirazo también fue pesimista con la realización de los desfiles: «Actualmente no es posible decir desfile sí, desfile no, aunque hoy es lo primero que descartaría», dijo el especialista en relación a los dos eventos multitudinarios por 18 de Julio e Isla de Flores.
Sin embargo, su visión fue la más optimista de las cuatro a la hora de analizar el resto de las actividades, considerando que la inmunización de la sociedad determinará una baja de los casos graves, hospitalizaciones y muertes.
«El carnaval tendrá la oportunidad histórica de ponerse a prueba y generar una solucion a la uruguaya», dijo.
Su optimismo también se fundamentó en que la campaña de vacunación alcanzará a los jóvenes (menores), a la que llamó «una red oscura en la transmisión del coronavirus».
«Vislumbro un carnaval diferente, pero posible», añadió Mirazo, aunque relativizó dicha afirmación en función de la agresividad y de «cuán bravas sean las nuevas estirpes (variantes del Covid) que están entrando al país».
Al momento de formalizar una propuesta, el especialista recomendó asumir una «actitud conservadora desde todo punto de vista». Su enfoque iba dirigido en promover los niveles más bajos posibles en relación a la movilidad de las personas y la duración de los espectáculos.
Por su parte, la epidemióloga Jacqueline Ponzo realizó una extensa introducción al tema, con estadísticas relativas a la evolución de la pandemia.
Sobre este punto, Ponzo dijo que la situación del país en relación a la cantidad de muertes «es dramática» y puso como ejemplo que el promedio de descesos diarios pasó de 0,6  en 2020 a 29,6 en 2021, con la ventaja estadística de que en los primeros meses del año en curso hubo una escasa cantidad de fallecimientos.
Por tal motivo, expresó que las decisiones deben ir monitoreándose progresivamente, empezando por las primeras, como los ensayos, ya que ellas representan una demanda inmediata de los colectivos artísticos.
Su visión fue la que transmitió menos optimismo: «En febrero de 2022 vamos a seguir en una circusntancia de pandemia», dijo, tras apuntar que todas las actividades deben orientarse hacia a una reducción global de la movilidad.
«Lo que vendrá debe surgir de un proceso colectivo, fundado en el conocimiento compartido y el interés común», valoró Ponzo.
Entre sus recomendaciones figuran el monitoreo permanente y diseñar un registro de trazabilidad de entradas (tickets) a los espectáculos, como mecanismo de vigilancia y seguridad.